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Scalabrini-Ortiz-Raul-El-Hombre-Que-Esta-Solo-Y-Espera-PDF

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DELEGACIÓN DE UN DESTINO<br />

La naturaleza deprime al hombre que está<br />

notoriamente ubicado en la sucesión de la historia<br />

natural. Hay en la naturaleza una predestinación<br />

inexcrutable que destempla el sino individual<br />

del hombre, un determinismo exterior que<br />

agosta en germen las más viriles energías. <strong>El</strong> hombre<br />

se termina sin que nada cambie en ella. Para<br />

no extraviarse en la nebulosa de los poderes sobrenaturales,<br />

la humanidad busca asideros, aparta<br />

los ojos de lo muy vasto, se constriñe a los detalles,<br />

se cierra en sí misma. Pero el hombre porteño<br />

está retenido junto al desencadenamiento del<br />

tiempo por el sentimiento de su imputabilidad<br />

en los destinos del espíritu de su tierra, al que su<br />

destino está afectiva e inmodificablemente trenzado.<br />

Para eximirse de esa responsabilidad, de<br />

la que es autor y agente, el hombre se amputa<br />

una fracción de sí mismo, y cede a la colectividad<br />

algunos de los derechos y de los deberes que<br />

así mismo se confiere.<br />

Así nace en el hombre porteño, por fulguración<br />

de su individualismo cósmico, un sentimiento<br />

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