Elena Pellús Pérez - RUA - Universidad de Alicante
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Así, durante la noche, Cortés sacaba los pies <strong>de</strong> las ca<strong>de</strong>nas<br />
tan silenciosamente que no le oía ningún amigo acostado que<br />
había sido llevado a la misma nave, y puesto que, cuando aquél<br />
se ha dado cuenta, empieza a llorar por su <strong>de</strong>stino, quejoso<br />
porque teme o porque se lamenta, ruega Cortés al hombre por<br />
todos los santos y santas que nadie sepa <strong>de</strong> su situación. Después,<br />
lo consuela y le da esperanza <strong>de</strong> salir <strong>de</strong> allí en breve.<br />
Y no mucho <strong>de</strong>spués, quien estaba con Cortés, es llevado<br />
a otro lugar. Nada mejor y más oportuno pudo suce<strong>de</strong>r<br />
a Cortés, quien, la misma noche que se quedó solo, intercambia<br />
el vestido con su criado, <strong>de</strong>rriba la bomba <strong>de</strong> aire<br />
por la que trepa hasta la cubierta <strong>de</strong> la nave, sube y, antes <strong>de</strong><br />
salir, saca la cabeza, inspecciona todo con la mirada, atien<strong>de</strong><br />
a todos atentamente, se acerca al brasero para engañar a los<br />
marineros y a los que se les había pedido la atención para<br />
vigilarlo. Aquéllos, aunque miraron a Cortés, como se había<br />
puesto las ropas <strong>de</strong>l criado, no lo reconocieron.<br />
De esta manera Cortés, puesto que todo sucedía según<br />
su plan, como haciendo otra cosa, se tira a un esquife por un<br />
lateral <strong>de</strong> la nave, <strong>de</strong>shace la soga con la que la nave estaba<br />
atada, coge el remo con la mano, junta la barca a otra nave<br />
que estaba en el mismo puerto, cuando llega hasta ésta, suelta<br />
la cuerda con la que también su esquife había sido amarrado<br />
a la nave, para que, empujada por las olas <strong>de</strong>l mar, sea llevada<br />
lejos, <strong>de</strong> tal manera que si fuera <strong>de</strong>scubierto no pudiera ser<br />
capturado en su fuga.<br />
Finalmente, se dirige remando hacia la embocadura <strong>de</strong>l<br />
río Macaguanigua, que baña la ciudad <strong>de</strong> Barucoa. Después,<br />
cuando va a entrar en el puerto, las olas y el reflujo <strong>de</strong>l mar,<br />
junto con el río, lo empujan hacia atrás, pero no por esto<br />
Cortés <strong>de</strong>pone su ánimo, ciertamente empuja con mucho<br />
esfuerzo la barca hasta el curso <strong>de</strong>l río, y llega a tierra.<br />
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