Elena Pellús Pérez - RUA - Universidad de Alicante
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El mismo día en el que Velázquez salió para esta batalla,<br />
llama Cortés a Juan Juárez, a quien le confía lo que está<br />
en su ánimo. Le or<strong>de</strong>na que coja lanza, ballesta y las <strong>de</strong>más<br />
armas que eran necesarias para el viaje y para el combate,<br />
y que vaya al lugar señalado y allí espere a que le sea or<strong>de</strong>nado<br />
lo que <strong>de</strong>ba hacer. Él se aleja <strong>de</strong> allí silencioso en la<br />
oscuridad <strong>de</strong> la noche antes <strong>de</strong> que la guardia se coloque en<br />
el templo para vigilar, continúa hasta un lugar oculto, coge<br />
las armas, manda que Juan le siga <strong>de</strong>trás, le da instrucciones<br />
y le enseña lo que <strong>de</strong>be hacer. Después, cuando ha caminado<br />
hasta muy entrada la noche, llega finalmente al campamento<br />
<strong>de</strong> Velázquez, que había sido instalado en la propia<br />
villa. Como estaban en paz, no había puesto centinelas, con<br />
lo cual podía entrar libremente en la casa <strong>de</strong>l gobernador.<br />
Cuando ha llegado a ésta, inspecciona, examina todo y, como<br />
fuera no había nadie, acce<strong>de</strong> a la puerta <strong>de</strong> la casa. Contempla<br />
a Velázquez leyendo unos librillos <strong>de</strong> cuentas, entonces<br />
dice—"Eh, vosotros"—pues a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> los sirvientes estaban<br />
también otros con el propio Velázquez—"Cortés está<br />
junto a la puerta, or<strong>de</strong>na saludar a Velázquez, jefe excelente<br />
y valeroso". A la voz y el saludo <strong>de</strong> Cortés, el gobernador<br />
se asombró, atónito por la novedad. Admira la confianza <strong>de</strong><br />
su hombre, se alegra <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong>l amigo. Le ruega y le<br />
suplica que no tema entrar, porque él siempre ha tenido el<br />
cariño <strong>de</strong>l amigo y <strong>de</strong>l hermano queridísimo. Or<strong>de</strong>na a los<br />
esclavos y a los sirvientes que preparen la cena pronto, que<br />
dispongan la mesa y el lecho. A esto, Cortés dice—"Haz que<br />
nadie entre aquí, <strong>de</strong> lo contrario lo atravieso con un dardo. Si<br />
<strong>de</strong> verdad quieres algo <strong>de</strong> mí, pí<strong>de</strong>melo personalmente, pues<br />
por lo que a mí respecta, que nada he temido nunca más que<br />
la fama <strong>de</strong> perfidia, es más conveniente que sea disculpado<br />
antes que sospechoso. Por lo <strong>de</strong>más, te ruego que vuelvas a la<br />
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