Elena Pellús Pérez - RUA - Universidad de Alicante
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ser presentido por las otras cuatro naves que con las mismas<br />
mercancías estaban cargadas en ese puerto, se alejó <strong>de</strong> allí en<br />
silencio, para que sus mercancías se vendieran más caras que<br />
las otras, si hubiese llegado más rápidamente a La Española,<br />
a don<strong>de</strong> todos habían puesto su rumbo.<br />
Pero cuando había llegado a la vista <strong>de</strong> la isla que dicen <strong>de</strong>l<br />
Hierro, se rompió, a causa <strong>de</strong> la fuerza inminente <strong>de</strong> los vientos,<br />
la arboladura <strong>de</strong> la nave, por la parte en que la gavia se fija<br />
al mástil, o, por cierto, no mucho más abajo, y arrastró consigo<br />
hacia abajo la antena, la vela y los <strong>de</strong>más bagajes con un<br />
gran estruendo. Sin duda esto hubiera acabado con muchos<br />
<strong>de</strong> los pasajeros o <strong>de</strong> los marineros, quienes poco antes dormían<br />
o paseaban en el puente, si no hubieran ido todos a popa<br />
a comer los salazones y las confituras que Cortés había hecho<br />
introducir consigo en la nave, para su <strong>de</strong>spensa.<br />
Así, roto el mástil, los marineros fueron obligados a<br />
poner rumbo al lugar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> poco antes habían salido.<br />
Arreglado allí el mástil <strong>de</strong> cualquier manera, salió la nave con<br />
las otras cuatro que todavía estaban en el puerto, pues aquéllas<br />
no habían querido salir antes <strong>de</strong> que la arboladura <strong>de</strong> la<br />
nave en la que Cortés viajaba estuviera restaurada. Quintero,<br />
una vez estuvieron en alta mar, <strong>de</strong>splegadas las naves a todo<br />
trapo, trata <strong>de</strong> a<strong>de</strong>lantarse, puesta, como antes, toda la esperanza<br />
<strong>de</strong> lucro en la celeridad.<br />
Alguien <strong>de</strong> gran autoridad y confianza, sin embargo, me<br />
confesó que la causa <strong>de</strong> Quintero era muy distinta <strong>de</strong> la que<br />
<strong>de</strong> este modo he contado. Es evi<strong>de</strong>nte que, para que Francisco<br />
Niño <strong>de</strong> Huelva, piloto <strong>de</strong> la nave—<strong>de</strong> quien él [Quintero] a<br />
duras penas soportaba que hubiera sido elegido antes que su<br />
padre para gobernar la nave—no pudiera trazar la ruta directa<br />
a don<strong>de</strong> se dirigían, Quintero y su padre, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber<br />
seducido o corrompido a los que llevaban el timón mientras el<br />
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