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POSESIONES 137<br />
Fernández desde el camino, había escrito a su hermana una tarjeta<br />
de la cual fue portador el mismo Rasch, en la que le exigía se le entregara<br />
al joven pretendiente, un retrato de Julia. Posteriormente, doña<br />
Belén le entregó la fotografía de Julia a señor Rasch. Luego de recibirlo,<br />
como él mismo aseguró a los testigos civiles del Proceso (Neveo<br />
Matallana, Darío Quiñones, Félix Castillo, Hermógenes Quiñones, Ignacio<br />
Fernández y Miguel Varela), que vendría a Bogotá «exclusivamente»<br />
a buscarle riña a Alejandro Flórez, para lo cual habría de figurar<br />
el retrato de Julia.<br />
La historia deduce, que Alejandro fue víctima de una asechanza,<br />
precisamente en el momento en que estaba haciendo los preparativos<br />
para su matrimonio con la prometida de su corazón y, al mismo tiempo,<br />
su prometida esposa. Yo, personalmente, como su nieta con voz,<br />
pienso que se trató de un vórtice impulsado por la mala suerte.<br />
Ernesto Rasch, al verse desairado, devorado por los celos y en posesión<br />
de aquella arma tan comprometedora, el retrato de Julia, dicen<br />
que decidió tomar ventaja de la situación. Alejandro, años más tarde,<br />
declaró que Rasch, antes de conocer a Julia, guardaba en su cartera<br />
retratos... de ciertas mujeres.<br />
Llegó el día 27 de noviembre de 1891.<br />
Alejandro Flórez se hallaba en la Plaza de Bolívar, cuando divisó a<br />
Ignacio Paéz que caminaba solo, le hizo seña de amable llamada desde<br />
las Galerías de Occidente. Flórez habló por unos segundos más, con<br />
Alejandro Pizarro, joyero conocido quien estaba bruñendo sus anillos<br />
de compromiso y algunos adornos para regalos de su boda. Cuando<br />
llegó más cerca, observó que Páez estaba en compañía de Ernesto Rasch,<br />
quien invitó a Flórez a tomarse unos tragos. Este los aceptó.<br />
Servidas las copas, Páez salió del establecimiento, permitiendo que<br />
su compañero y compadre Ernesto iniciase la discusión. Comenzó a<br />
hablarle a Flórez de «unos amores muy libres que él tenía...» y, cuando<br />
Alejandro, sin entender aún de quién se trataba, le pregunto curioso<br />
por la heroína, Rasch dijo: «No sólo usted es el afortunado, yo también<br />
tengo retrato y soy correspondido…»<br />
En ese preciso instante regresó Páez y oyó que Flórez decía a Rasch<br />
que le mostrara el retrato. El caballero, sacó entonces la fotografía de<br />
Julia y, a tiempo en que la enseñaba a Flórez por el anverso, miraba al