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BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA<br />

¿Será acaso este soliloquio, el más conocido quizás en la historia<br />

del drama, el que nos conmueve y nos reconcilia con ese Hamlet villano<br />

que se vuelve conciencia cuando trata de superar, con la reflexión,<br />

los límites de una existencia prosaica? Aquí lo trágico se resuelve en la<br />

pura reflexión, si bien no en un pensamiento frío y racional, si en la<br />

meditación fruto del más intenso dolor moral. Al parecer de Bloom, en<br />

ello puede centrarse toda la problemática de Hamlet. Aunque en un<br />

principio el duelo se refirió a la muerte del padre y el pecado de la<br />

madre, a partir del acto V afirma Bloom, «el centro del dolor está en<br />

todas partes, y su circunferencia en ninguna, o en el infinito» 4 . En relación<br />

con los sentimientos religiosos de Hamlet, al parecer de Bloom<br />

son ambivalentes, puesto que en algunos episodios se muestra como<br />

un creyente, y en otros es víctima del total escepticismo. Es secular y al<br />

mismo tiempo trascendente. Aunque si por algo ha huido del suicidio,<br />

es justamente por ese «temor de un algo después de la muerte».<br />

Pero estamos en el acto III y ya conocemos el secreto de Hamlet: la<br />

aparición del espectro del padre que le ha puesto en evidencia su<br />

asesinato a manos de Claudio, su propio hermano, para apoderarse<br />

del trono de Dinamarca y el posterior casamiento de su madre<br />

Gertrudis con el asesino. Lo que sabemos también es el encargo del<br />

espectro para su hijo Hamlet: vengar su muerte; hecho que pone en<br />

marcha el drama y explica todos los demás sucesos. No obstante, aquí<br />

podríamos aducir que no es por su propia voluntad por la que venga<br />

al padre. No. Es una tarea muy difícil que se le ha encomendado a un<br />

simple estudiante de literatura de veinte años, que poco sabe de armas<br />

ni de guerras, aunque aparentemente haya tenido entrenamientos<br />

en esgrima como se deduce al final de la tragedia, cuando se<br />

enfrenta en duelo con Laertes, el hermano de Ofelia. «¡El mundo está<br />

fuera de quicio! … ¡Oh, … suerte maldita!... ¡Que haya nacido yo<br />

para ponerlo en orden! ...» 5 . Es la más patética manera de sentirse<br />

solo en un mundo que no comprende y que no acepta. Hamlet está<br />

pues, lleno de dolor, de resentimiento y sobre todo de responsabilidad:<br />

la de recomponer, además, la moral de Dinamarca en evidente<br />

estado de corrupción.<br />

Podríamos en ese caso, contravenir a Bloom en su opinión de que<br />

tan solo en el acto V, para él la cumbre del drama, durante el episodio<br />

4 Bloom, Harold. Shakespeare, la invención de lo humano pág. 489.<br />

5 Shakespeare, Pág. 1017.

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