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144 BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA
una pobre actitud hacia Cervantes. Son buenos libros, desde luego,
que al ser leídos detenidamente permiten admirar todavía más el genio
del ilustre escritor.
Muchas de las expresiones utilizadas por Cervantes en los comienzos
del siglo XVII, tenían un significado un tanto diferente del que tienen
en el momento en que vivimos: la melancolía, por ejemplo, que
Sancho atribuye a don Quijote cuando recupera su lucidez mental, significaba,
hace cuatro siglos, miedo y tristeza; al correr de los días su
sentido se fue transformando, para expresar sucesivamente la soledad,
el abatimiento, la congoja, la nostalgia y finalmente, la añoranza. El
temor de Dios ha pasado a ser el acatamiento a la voluntad divina; y la
vergüenza, tan temida por los antiguos griegos, es hoy, el sentimiento
de culpabilidad de los psicoanalistas.
Cervantes utilizaba indistintamente los vocablos «imaginar» y «ver».
Don Quijote veía o imaginaba una venta o un castillo en la lejanía,
dándole a los dos verbos idéntico sentido. Curiosamente, los estudios
de la moderna radiología con emisión de positrones, muestran que las
imágenes radiológicas que se producen cuando una persona está viendo
o imaginando una misma cosa, revelan imágenes radiológicas iguales
en la misma localización cerebral, con características similares de intensidad
y luminosidad.
A los vocablos «ingenio» e «Ingenioso», empleados por Cervantes
como adjetivos para calificar su personaje, se le han dado múltiples
significados en los últimos cuatro siglos. Hoy en día, al hablar de ingenioso,
se hace relación al poder creativo de la mente o a la facultad de
inventar. Antes se creía que el ingenio era una especie de enfermedad
mental y que decir ingenioso era lo mismo que decir loco. Los vocablos
se relacionaban con los «humores» del organismo al afirmar, por ejemplo,
que la humedad afecta la memoria, la sequedad el intelecto y el
calor la imaginación. Todavía se habla de imaginación calenturienta al
referirse a las personas con altos grados de imaginación. La interpretación
del vocablo «ingenioso» en nuestros días es, ciertamente, diferente
de la de comienzos del siglo XVII.
En mi libro La locura de Don Quijote 4 , me refiero a las distintas maneras
de razonar y de pensar de comienzos del siglo XII y hago alusión
4 La locura de Don Quijote. Adolfo de Francisco Zea. Bogotá, 2007