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138 BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA<br />
reverso moviendo los labios, con el objeto de hacer creer que leía una<br />
amorosa dedicatoria de Julia Fernández para él.<br />
El problema iba a quedar resuelto: Flórez arrancó el retrato de las<br />
manos del audaz, y observó el respaldo totalmente en blanco. Afligido<br />
y quebrantado pero conteniéndose, preguntó a Rasch, si estaba<br />
dispuesto a retractarse de todo lo que había dicho en contra de Julia.<br />
Rasch contestó con una burla provocativa, y Flórez lanzó entonces a<br />
Rasch, un bofetón en su rostro.<br />
Sorprendido y pálido, Rasch se escondió detrás de Páez pero Flórez,<br />
ya fuera de sí, intentó golpear al calumniador con su paraguas que, al<br />
blandirlo, dejó sobresalir el estoque.<br />
Flórez haciendo un supremo esfuerzo por reprimirse, entregó el estoque<br />
y el paraguas a Páez, diciéndole: «Toma, porque no quiero matar<br />
a este hombre». Páez sujetó de ambas manos a Flórez sin recibirle nada,<br />
y en tal momento, completamente imposibilitado Alejandro para defenderse,<br />
Rasch le asesta un manotazo decididamente, que lo arroja al<br />
otro extremo de la pieza, bañado en sangre.<br />
Desde el suelo saca Flórez el revólver que llevaba consigo, y lo dispara<br />
sobre Rasch en el instante en que este intenta lanzarse de nuevo<br />
sobre el caído.<br />
Entretanto..., las campanas de la Catedral Primada, anunciaban las<br />
doce del mediodía.<br />
Segundos después, Rasch se desplomaba moribundo. Media hora<br />
más tarde de este acontecimiento fatal, y hallándose ya en calidad de<br />
detenido en una pieza del Palacio Municipal, Flórez pidió y obtuvo,<br />
una hoja de papel y lápiz para escribir a Julia, recluida por su padre en<br />
Gachetá, las siguientes líneas:<br />
Bogotá noviembre 27 de 1891<br />
Julia de mi corazón:<br />
Nuestra dicha se ha truncado. Tú ya no podrás ser mía aun cuando lo<br />
quisieras, mi mano está ensangrentada. Es verdad que fue defendiendo<br />
tu honor, pero de cualquier modo que sea, no quiero que te claves<br />
en la cruz de mis dolores. A ti aún te esperan días de fortuna, a mí, no.