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BOLETÍN DE LA ACADEMIA COLOMBIANA
lo demás, la faceta cómica y algo cínica del príncipe. Y como existe una
mayor tendencia al juego en Falstaff que en Hamlet, podríamos llamar
al primero, como en Don Quijote y Sancho Panza, Homo Ludens, en
tanto que en el mundo de Hamlet domina la ansiedad. Por lo demás,
dice Bloom, «Hamlet podría llamarse un personaje antimarloviano,
mientras que Falstaff simplemente hace que el modo de Marlowe resulte
fuera de lugar». Pero también puede decirse, apunta Bloom, que
«Falstaff es feliz en su conciencia, contento de sí mismo y de la realidad;
Hamlet es desdichado en esas mismas relaciones. Entre ellos ocupan
el centro de la invención de lo humano por Shakespeare». 13 .
Para Bloom «La gran comedia se le daba muy fácilmente a Shakespeare,
y Falstaff pudo caer sobre él como una revelación». 14 Aunque
después del Hamlet revisado, las siguientes obras del dramaturgo
excluyeron casi por completo la comedia. No obstante, el carácter
ingenioso y original de Falstaff no alcanza como Hamlet a ser una
«conciencia autorial». Bloom admira, por lo demás, la manera como
Hamlet está constantemente «espiando sus palabras.» Hay una riqueza
innumerable en los recursos del lenguaje, alrededor de veintiún
mil palabras nuevas en la obra de Shakespeare, además de los también
diferentes recursos, en cuanto a la sintaxis y la dicción inglesas.
Pero si nos proponemos a hablar de Hamlet como una personalidad
distinta a cualquier otra, descubrimos en él, un principio de individuación,
una singularidad que se caracteriza justamente en el lenguaje
no tanto como dicción, sino como una elección entre palabras
que conduce siempre hacia la libertad, en general, respecto al mundo.
Aunque la definición de personalidad tiene que ver con el concepto
de libertad, en relación con Hamlet, Falstaff está en una gran
medida libre de un super ego censor, pero Hamlet en los cuatro primeros
actos está terriblemente limitado por éste, hasta el acto V que
en opinión Bloom, constituye su verdadera liberación así ésta le lleve
directo hacia la muerte. Pero, en relación con lo anterior se pregunta
el ensayista norteamericano, ¿cuál es la actitud de Hamlet después
de regresar de Inglaterra hacia donde había sido enviado por Claudio,
supuestamente, para curarse de su locura, cuando en verdad solo era
conducido hacia su propia muerte? ¿Podría corresponder su actitud
con un estoicismo, escepticismo, quietismo o nihilismo? Recordemos
que el acto V comienza con la escena del cementerio, el encuentro
13 Ibidem pág. 479.
14 Ibidem pág. 493.