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HOMENAJES 95<br />

margen de sus posturas políticas que eran en todo punto inconciliables.<br />

Vargas Vila deplora con elegancia los servilismos sociales y políticos de<br />

Darío, así como su actitud hacia el catolicismo y hacia el más allá. Su<br />

ironía para con estos excesos tradicionalistas de su amigo es fina pero<br />

como siempre: corrosiva, aunque jamás las diferencias ideológicas le<br />

conducen a juzgarlo.<br />

La relación de Rubén Darío con Vargas Vila tuvo un mal comienzo.<br />

El desencuentro se produjo cuando Rubén Darío aceptó el consulado<br />

que el presidente Rafael Núñez le concedió en Buenos Aires. Eso bastó<br />

para Vargas Vila atacara con igual vehemencia al presidente a quien<br />

llama Poeta-Tirano y a Darío denominado Poeta-Cortesano; poco después,<br />

cuando Darío pasó por Nueva York rumbo a su sede consular;<br />

recibió una invitación de José Martí que le decía: «Comemos hoy, con<br />

nuestro Darío y, contamos con nuestro Vargas Vila». Vargas Vila se excusó<br />

con una esquela displicente que Martí encontró ‘excesiva’.<br />

En 1896, Vargas Vila se encontraba en Grecia y casualmente hubo<br />

un naufragio en Sicilia. Se habló entonces de la muerte de Vargas Vila<br />

y de una bella artista que lo acompañaría. «Se fantaseó en torno de ese<br />

tema. Amigos y enemigos hicieron derroche de odio y de bondad»<br />

(Vargas Vila, 1917, 18). Rubén Darío le dedicó estas frases en periódicos<br />

de Argentina y Perú: «¡Amable enemigo mío! Como en la tumba<br />

de “Aphrodita” de Pierre Louys, pondría en la tuya un conmemorativo y<br />

sonoro epigrama, en un griego de Nacianzo; y dejaría para ti y para tu<br />

bella desconocida –¡así tendría a Venus propicia!– ¡rosas, rosas, muchas<br />

rosas!» (Vargas Vila, 1917, 18).<br />

Vargas Vila, agradecido, le escribió una carta pública que hizo llorar<br />

al Poeta; «esa carta fue el sello de nuestra amistad, que había de ser tan<br />

larga como sincera». De modo que un breve artículo de Rubén Darío<br />

fue suficiente para que el escritor colombiano, tildado por muchos como<br />

el más rencoroso de todos los tiempos, se olvidara que Darío hubiera<br />

adulado y servido al Poeta-Tirano.<br />

Darío se encuentra con Vargas Vila y nos relata: «El gobierno nicaragüense<br />

nombró a Vargas Vila y a mí —Vargas Vila era cónsul general de<br />

Nicaragua en Madrid 6 — miembros de la Comisión de límites con Hon-<br />

6 El nombramiento de Vargas Vila como cónsul de Nicaragua en Madrid se debió a la<br />

recomendación de Darío.

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