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HOMENAJES 71
con la clavera del amado bufón Jorick y por consiguiente con una
serie de profundas reflexiones sobre la contingencia de la vida. Bloom
prefiere ver en la actitud de Hamlet que va con pasos agigantados
ahora hacia su propia destrucción, la actitud del desapego. Aunque
hay una enigmática conducta en el final de Hamlet que indica claramente
que no se trata ciertamente de un nihilismo. Tiene una esperanza
aún: la de que su nombre sea recordado después de su muerte;
y aquí nos quedamos pensando más allá de Bloom: ¿se trata acaso
de un patético acto de vanidad? ¿Por qué desea finalmente Hamlet
inmortalizarse? Es entonces cuando cobra verdadera dimensión la
figura del fiel Horacio, a quien antes Hamlet, había dedicado estas
palabras:
...Desde que mi querida alma fue dueña de escoger y supo distinguir
entre los hombres, te marcó a ti con el sello de su elección, porque
siempre desgraciado o feliz, has recibido con igual semblante los favores
y reveses de la Fortuna. ¡Dichosos aquellos cuyo temperamento
y juicio se hallan tan bien equilibrados que no son entre los dedos de
la Fortuna como un caramillo que suena por el punto que a esta se le
antoja! ¡Dadme un hombre que no sea esclavo de sus pasiones, y yo lo
colocaré en el centro de mi corazón; sí, en el corazón de mi corazón,
como te guardo a ti! ... 15
Pues bien, es a Horacio a quien Hamlet va a encomendarle preservar
su memoria, y a quien impide su suicido en la escena final del duelo
con Laertes, el mismo que conducirá a la muerte no solo a la reina y a
Claudio, sino también al propio Hamlet. Muertes que el mismo Hamlet
no pudo nunca planear exactamente, porque después de retrasar en
varias oportunidades la ejecución de Claudio, por pura indecisión, pareciera
que le hubieran interesado más los medios que los fines y que
estas muertes, especialmente la de Claudio, se diera por una simple
coyuntura. ¿Por qué si el objetivo final, como sabemos, era la venganza
contra Claudio, no propuso un duelo contra él sino contra Laertes,
el hermano de Ofelia? Sin duda hay una gran distancia entre los mecanismos
mentales, la exhaustiva planeación tan sutilmente preparada
por Hamlet a lo largo de la obra y los escasos resultados con los que se
concluyen en realidad estos propósitos. Así Hamlet es, en cierta forma,
un vengador frustrado.
15 Ibidem pág. 1031.