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HOMENAJES 53<br />
Sobre el genio de Cervantes y la influencia de su libro sólo he podido<br />
expresarme con algunas alusiones escasas. Sobre el auténtico<br />
valor artístico de su novela no me podré extender tampoco aquí, ya<br />
que tendría que hablar sobre el lenguaje, lo que significaría adentrarse<br />
demasiado en el campo de la estética. Sólo podré llamar aquí muy en<br />
general la atención sobre la forma de su novela y las dos figuras que<br />
la centran. La forma es la de una descripción de viaje, pues ésta ha<br />
sido desde siempre más natural para ese tipo de literatura. Recordemos<br />
aquí solamente El asno de oro de Apuleyo, la primera novela<br />
de la antigüedad. Los escritores posteriores han tratado de atenuar la<br />
monotonía de aquella forma con lo que llamamos «argumento de<br />
novela». Mas, debido a la pobreza en inventiva, la mayoría de los<br />
novelistas se toman prestados los argumentos unos de otros; al menos<br />
se utilizan siempre con pocas modificaciones las tramas de los<br />
demás, lo que ocasiona la repetición constante de caracteres, situaciones<br />
y peripecias, haciendo así que el público se aburra finalmente<br />
de la lectura de novelas. Con el fin de salvarse del aburrimiento de los<br />
argumentos novelísticos trillados, se buscó refugio durante un tiempo<br />
en las formas antiguas y primitivas de la descripción de viajes. Pero<br />
éstas se ven de nuevo completamente relegadas en cuanto un escritor<br />
original se presenta con argumentos nuevos y frescos. En la literatura,<br />
al igual que en la política, todo se mueve siguiendo la ley de<br />
acción y reacción.<br />
Por lo que respecta a esas dos figuras llamadas don Quijote y Sancho<br />
Panza, que continuamente se parodian, complementándose, sin<br />
embargo, de manera tan maravillosa que las dos forman el auténtico<br />
personaje principal de la novela, hemos de decir que dan muestra, en<br />
igual medida, tanto del sentido artístico como de la profundidad intelectual<br />
del escritor. Mientras que otros autores, en cuyas novelas anda<br />
por el mundo el personaje en la piel de una sola persona, tienen que<br />
recurrir a los monólogos, las cartas o los diarios para expresar los pensamientos<br />
y los sentimientos de sus héroes, Cervantes puede presentarnos<br />
en todo momento un diálogo natural; y como quiera que una de<br />
las dos figuras parodia siempre el discurso de la otra, la intención del<br />
autor destaca de manera tanto más visible. Desde entonces ha sido<br />
imitada muchas veces esa figura doble, la que le otorga a la figura de<br />
Cervantes esa naturalidad tan artística, y de cuyo carácter, como de un<br />
núcleo único, se desarrolla toda la novela, con todo su silvestre follaje,<br />
con sus flores aromáticas, sus frutos relucientes, sus monos y sus aves<br />
del paraíso, meciéndose en las ramas, al igual que en un gigantesco<br />
árbol indio.