Antología. XII Curso-Taller Estatal del Educador Popular. 2015
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XII CURSO TALLER ESTATAL DEL EDUCADOR POPULAR 2015
realidad activa en el presente, que
renace en la consciencia y que puede
destruir conquistas sociales tenidas
como irreversibles por quienes
desconocen la dialéctica.
La necesidad imperiosa de la
autocrítica y de la crítica se confirma
una vez más por el peligro de la vuelta
del pasado, por la terrible pesadilla de
las tradiciones legadas por las
generaciones muertas que oprime el
cerebro de los vivos. Una de las peores
pesadillas es la del servilismo, una de
las cosas más rotadamente rechazadas
y despreciadas por Marx, como él lo
reconoció públicamente. La lucha
contra el servilismo, la obediencia, el
respeto irracional a la autoridad, etc.,
no está inserta sólo en la coherencia
de la crítica permanente a todo lo
establecido, sino en la misma
necesidad de la autocrítica ya que la
praxis revolucionaria sabe de sobra
cuán peligroso y dañino es ese mundo
despreciable de halago y del aplauso
reverencial típico de las mentes
burocráticas, de las personas que se
dejan esclavizar por la popularidad y
por la fama, por la falsa necesidad de
un líder, dirigente y guía. La
autocrítica es aquí imprescindible
porque nadie ha de permitir ser
objeto de adoración sumisa e
irracional por parte de nadie, y menos
entre comunistas.
Debido a esto, ya en una carta de
febrero de 1851 Engels le decía a
Marx que: “Para nosotros, que
escupimos la popularidad,...”. Se ha de
escupir la popularidad porque ésta
conlleva la tendencia a la adoración, a
le reverencia por parte de quienes se
creen inferiores a la persona popular.
En 1868 Marx le explicaba a
Schweitzer la necesidad de que en
Alemania: “Donde el obrero es
burocráticamente disciplinado desde
la infancia y cree en la autoridad y los
organismos ubicados por encima de él,
lo más importante es enseñarle a
actuar con independencia”, y en la
misma carta denunciaba que “toda
secta es religiosa”, que había que
abandonar el sectarismo y crear
amplias organizaciones sindicales.
La lucha contra la obediencia y el
irracionalismo del acatamiento sumido
de la autoridad, a la burocracia del
partido; el rechazo de la popularidad
por parte de quienes tienen mayores
responsabilidades que otros; la
exigencia de la crítica y autocrítica, el
impulso a la independencia de
pensamiento, toda esta práctica es
No es en la resignación en la que nos afirmamos, sino en la rebeldía frente a las injusticias. Paulo Freire
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