Informe del CG - IFAD

- 104 -
Ahora bien, ha llegado el momento de concentrar la atención en el futuro del FIDA, en el
desafío de la pobreza rural que aún debemos afrontar y en el papel que puede y debe desempeñar el
Fondo para superarlo. En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, los países participantes
se comprometieron a reducir el hambre a la mitad en el año 2015. El Gobierno de mi país toma muy
en serio ese compromiso. Pero la acción no se limita al Gobierno - nos hemos dirigido a las empresas,
instituciones educativas y ciudadanos privados para que nos ayuden con sus ideas y energía.
Obviamente, los gobiernos y los ciudadanos de los países en desarrollo son el elemento
central en la lucha contra el hambre. El cambio debe empezar desde dentro. Los dirigentes deben
acometer las reformas democráticas y de liberalización del mercado necesarias para estabilizar sus
países, satisfacer las necesidades de la población y fortalecer sus economías e infraestructuras. Si
llevan a cabo esas reformas, deberán esperar recibir asistencia para reforzar su base agrícola. Junto
con la liberalización del comercio agrícola en todo el mundo, las actividades de desarrollo permitirán
que un número mayor de países puedan cultivar o comprar alimentos suficientes para la población.
Con el fin de ayudar mejor a los países en desarrollo, todos los donantes y organizaciones del
sistema de las Naciones Unidas deben esforzarse en conseguir una mayor coherencia en el desarrollo
rural. Es preciso coordinar en mayor medida la continuidad del proceso socorro-rehabilitacióndesarrollo.
Tomamos nota de la interesante labor realizada por el FIDA en esta esfera, por ejemplo
sus programas en América Central destinados a reintegrar al mundo laboral a los ex combatientes y
reforzar el potencial productivo de las comunidades rurales afectadas por la guerra.
Al mismo tiempo, creemos firmemente que el FIDA debe seguir centrándose en su mandato
original. El Fondo puede y debe tender puentes entre la labor de los organismos de socorro de las
Naciones Unidas y las actividades de desarrollo a más largo plazo, pero no debe convertirse en un
organismo de socorro.
Señor Presidente:
Nos parece que en el desempeño de su misión de reducir la pobreza rural, el FIDA deberá
afrontar otros desafíos importantes:
En primer lugar, con respecto a la propuesta del FIDA relativa a Gaza y la Ribera Occidental
que se ha examinado en el día de hoy, el Gobierno de mi país desea señalar que, como lo demuestra
la generosa ayuda que han aportado, los Estados Unidos apoyan los esfuerzos internacionales para
prestar asistencia al pueblo palestino, no sólo con el fin de mejorar sus condiciones de vida, sino
también para constituir un grupo de países en favor de la paz. Por razones jurídicas internas, las
contribuciones y la asistencia estadounidenses no pueden destinarse actualmente al fondo especial
propuesto por el FIDA. No obstante, seguiremos buscando medios de promover el desarrollo de la
economía palestina, incluido el sector agrícola.
El segundo desafío del FIDA consiste en lograr un equilibrio entre su función de financiador
de gobiernos y su decidido empeño en fomentar los procesos participativos y la interacción con el
sector privado. De hecho, algunas de las actividades de la Coalición Popular para Erradicar el
Hambre y la Pobreza se han emprendido teniendo en cuenta este objetivo.
En tercer lugar, debe abordar la tensión entre la orientación concreta de las actividades y la
sostenibilidad, particularmente en sus programas de crédito rural. El estudio sobre aquélla que
realizará el FIDA este año aportará indicaciones preliminares sobre esta cuestión.
Al señalar algunas de las cuestiones que observamos en el futuro del FIDA no pretendemos
ignorar la responsabilidad de los Estados Miembros con respecto a la modelación de ese futuro. Al