Informe del CG - IFAD
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Se han formulado sugerencias que permitirían al FIDA obtener préstamos de los bancos<br />
comerciales. Sin embargo, ésto exige garantías de los Estados Miembros, lo cual plantea la cuestión<br />
de cómo distribuirlas. Además, cabe preguntarse qué diferencia hay entre proporcionar una garantía<br />
bancaria para un préstamo destinado a promover el desarrollo y contribuir directamente al FIDA. Un<br />
acuerdo sobre la distribución de las garantías conduciría al mismo círculo vicioso que la Reposición.<br />
Lo que se necesita actualmente es un acuerdo político entre los países, y no una simple fórmula<br />
matemática.<br />
El FIDA se creó inicialmente sobre la base de un acuerdo entre los países de la OPEP y la<br />
OCDE. La renta nacional bruta de los países de la OPEP había alcanzado a la sazón su nivel más alto,<br />
y las condiciones políticas que regulaban sus relaciones eran totalmente diferentes. En esa época era<br />
posible llegar a posiciones y decisiones comunes en las dos categorías de países en desarrollo<br />
existentes: los países exportadores de petróleo por conducto de la OPEP, y los países en desarrollo en<br />
su calidad de miembros <strong>del</strong> Grupo de los 77. Cuando se creó el FIDA, los votos se distribuyeron por<br />
igual entre las tres Categorías.<br />
Tras las negociaciones sobre las necesidades de recursos y las cuestiones <strong>del</strong> régimen de<br />
gobierno conexas que exigían enmendar el Convenio Constitutivo <strong>del</strong> FIDA parecía inevitable el<br />
logro de un acuerdo. Lo que es sumamente importante es mantener el carácter excepcional <strong>del</strong> Fondo<br />
y su concepto de asociación entre la OCDE, los países en desarrollo de la OPEP y los demás países<br />
en desarrollo. Cabe esperar que el nuevo acuerdo porcione incentivos a todos los Estados Miembros<br />
para aumentar su contribución a los recursos <strong>del</strong> FIDA, pues, de otro modo, ese acuerdo sería<br />
innecesario.<br />
En una conferencia que pronuncié en la Universidad <strong>del</strong> Estado de Michigan en 1983<br />
manifesté lo siguiente: “Al parecer, lo que ocurre en un país afecta a los demás, bien directa bien<br />
indirectamente. Lo queramos o no, nos estamos convirtiendo gradualmente en una comunidad<br />
mundial, de la cual tenemos una responsabilidad común”.<br />
De hecho nos encontramos en ese proceso. Sin embargo, esta transformación de la que somos<br />
testigos a mediados <strong>del</strong> decenio de 1990 no garantiza que los países pobres puedan salir <strong>del</strong> círculo<br />
vicioso de la necesidad y el hambre. La extraña paradoja es que, tras la menor intensidad de los<br />
conflictos internacionales y el fin de la “guerra fría”, se ha registrado una reducción significativa <strong>del</strong><br />
volumen de la asistencia para el desarrollo destinada a los países pobres. Lamentablemente, parece<br />
que el final de la era de polarización no ha creado mejores condiciones en lo que respecta a la ayuda<br />
para estos países. No debe dejarse que suceda esto.<br />
Hoy día, veintiún años después <strong>del</strong> establecimiento <strong>del</strong> FIDA, cerca de mil millones de<br />
personas siguen viviendo en condiciones de pobreza, hambre y malnutrición en las zonas rurales de<br />
los países en desarrollo. Mientras aumenta la pobreza en el medio urbano, la población rural pobre<br />
sigue representando alrededor <strong>del</strong> 80% de todas las personas pobres de esos países. La pobreza rural<br />
sigue siendo una amenaza significativa para la paz mundial. Sin embargo, la población rural es la<br />
mayor superpotencia numérica <strong>del</strong> mundo. Se trata de un hecho que comporta, a la vez, enormes<br />
problemas y un gran potencial.<br />
Por todas estas razones, el espíritu <strong>del</strong> FIDA es hoy más necesario que nunca. La creación <strong>del</strong><br />
Fondo fue un acontecimiento importante en las relaciones internacionales, pues representó una<br />
respuesta internacional al predominio <strong>del</strong> hambre y la pobreza en el mundo. El FIDA es un organismo<br />
pionero que merece no solamente sobrevivir sino también hacerse más fuerte. Cuando el Fondo<br />
dispuso suficientes recursos, logró un grado de eficiencia raras veces conseguido por otras<br />
organizaciones que se ocupan de las cuestiones de desarrollo. El FIDA mantuvo una dotación de<br />
personal limitada, con una administración eficiente. Sus gastos administrativos no excedían <strong>del</strong> 5%