Informe del CG - IFAD

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peso de los excedentes agrícolas, otros no están en condiciones de proporcionar al conjunto de sus
ciudadanos acceso a una alimentación adecuada. ¿Podemos seguir conformándonos con modelos de
sociedad en los que las personas más humildes no pueden disfrutar sus derechos fundamentales
simplemente porque no satisfacen una demanda efectiva?
Hoy tomo la palabra en nombre de millones de jóvenes malienses para decir que el hambre en
el mundo no es ni inevitable ni un problema de producción, sino un problema esencialmente político;
para reclamar que se les pague un precio justo por sus productos, que se proteja a nuestras economías
y nuestras sociedades de las consecuencias de las fluctuaciones de precios; para denunciar la
inundación del mercado con productos alimentarios a bajo costo que practican determinados países
ricos, para denunciar la carrera de armamentos; para decir que en la misma medida en que
denunciamos el terrorismo afirmamos nuestro desacuerdo con las políticas de embargos repetidos o
permanentes, y con que se reduzca a pueblos enteros, y especialmente a los niños, a la miseria. Los
embargos no reflejan la opinión de la mayor parte de los Estados Miembros de las Naciones Unidas y
de la opinión pública internacional. Estoy aquí para denunciar la impunidad de la que gozan los
asesinos de niños y los criminales que alientan que los niños se conviertan en soldados. Quiero ser el
portavoz de millones de jóvenes malienses para expresar gran escepticismo en relación con la
organización de grandes cumbres, no obstante tengan el mérito de referirse a temas importantes. Por
supuesto, en los kilos, si no las toneladas, de informes que hemos producido, se han adoptado
determinadas resoluciones acertadas. Éstas tal vez hayan conducido a una cierta reestructuración, a
ciertas hábiles maniobras políticas: ¿pero acaso no alivian también la conciencia de los organizadores
dando la impresión de cambio? De hecho, se trata de un recomenzar eterno más que de un verdadero
cambio. Señoras y señores, el tiempo apremia. El drama, cada día, se hace mayor. Cada año, más de
seis millones de niños menores de cinco años mueren a causa de la malnutrición, cifra que representa
el 54% de la mortalidad total registrada en ese grupo de edad.
Soy, en fin, portavoz de millones de hombres y mujeres de Malí para agradecerles, Señor
Presidente, Señoras y señores Gobernadores, que nos hayan hecho el honor de invitarnos a las
ceremonias conmemorativas del Vigésimo Aniversario del Fondo. No he aceptado participar en ellas
por mero decoro, sino porque he podido apreciar sobre el terreno los esfuerzos pacientes, la gran
capacidad de escuchar y la actitud ponderada del FIDA, que representa una luz en la larga y oscura
noche. He aceptado participar también porque sé que son ustedes capaces de llevar a cabo una
autocrítica serena pero franca, ya que el fracaso de nuestros países representa también el fracaso de
las políticas de cooperación. He aceptado participar porque sé que son ustedes capaces de
comprender y acompañar siempre a quienes están más necesitados, porque he observado su voluntad
de contribuir a la realización de actividades concretas para luchar contra el hambre y la pobreza, para
conseguir la seguridad alimentaria para todos, para crear un mundo en el que se reconozca el derecho
a una vida digna a todos los hombres por encima de todas las barreras, de todas las fronteras. He
aceptado asimismo participar porque he intuido que el FIDA se interesa por África, cree en África,
porque el FIDA puede entender a África, porque estoy seguro de que el papel de África en el Fondo
será cada vez más importante y que se hará cada vez más sitio a los africanos en el seno del FIDA en
todos los niveles para que puedan servir mejor a todos los hombres en general, y a los africanos y
africanas en particular.
Excelencia, señoras y señores, distinguidos invitados:
Como ustedes saben, Malí es un país del Sahel, que se enfrenta simultáneamente a los azares
de las condiciones climáticas y a los efectos de la crisis económica mundial acentuada por la
desigualdad de las relaciones de intercambio en el contexto de la mundialización del comercio
internacional. Además de su vulnerabilidad a esos imponderables y de la situación geográfica del
país, el sector agrícola de Malí se caracteriza también por un aislamiento general de las potenciales
zonas de producción, un escaso desarrollo de los mercados de productos e insumos, un bajo nivel de