Informe del CG - IFAD

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Nadie puede dudar que en general, las autoridades nacionales de los países de América
Latina están ralizando serios y persistentes esfuerzos con el fin de lograr la erradicación, o al menos a
la reducción de estos graves problemas; es igualmente obvio que los esfuerzos nacionales por sí
solos, no constituyen una respuesta suficiente. Por eso, en el diseño de la estrategia del Fondo, en la
determinación de sus prioridades y en la formulación de los programas, debe usarse el máximo de
ponderación y del sentido de justicia, analizando objetivamente las situaciones de hecho en cada país
y en cada región, y rechazando, o por lo menos reduciendo la gravitación de criterios equívocos que
resultan de tomar en cuenta en forma aislada ciertos indicadores macroeconómicos o de realizar
comparaciones engañosas entre países o regiones.
La tarea del FIDA se complica porque a la persistencia y agravamiento de los problemas de la
pobreza rural y de la inseguridad alimentaria se agrega una disminución de la disponibilidad de los
recursos necesarios para cumplirla. Que la ayuda oficial al desarrollo agrícola y a la erradicación de
la pobreza rural disminuya cuando el fenómeno se intensifica y sus causas no dan señales de
desaparecer, es un hecho difícil de explicar, y aún más difícil de justificar. Más inexplicable e
injustificado aún es el hecho, cuando se piensa que la comunidad internacional tiene plena conciencia
de que, por cada dólar no gastado hoy en ayuda para el desarrollo, se gastará mucho más en ayuda
humanitaria o de emergencia mañana. El objetivo final por el cual el FIDA fue creado deberá ser
logrado por el esfuerzo de todos y cada uno de los miembros de la comunidad internacional, que
deben asumir y cumplir sus compromisos de acuerdo con sus capacidades y recursos. Como nos decía
el Presidente Scalfaro al inagurarse esta sesión, debemos ser concientes de que lo que está a prueba
en esta empresa no es la responsabilidad general y abstracta de la comunidad internacional, sino la
responsabilidad de cada uno de nuestros países y de cada uno de nosotros.
Al llegar a los 20 años de actividad creemos que el Fondo tiene motivos para celebrarlo. Es
una ocasión propica para que Uruguay reitere su apoyo al FIDA y su compromiso de contribuir a sus
esfuerzos en la medida de sus posibilidades.