Informe del CG - IFAD
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los próximos años, la calidad de vida de centenares de millones de personas, el desarrollo civil de<br />
numerosos países, nuestra propia seguridad y la paz en el mundo.<br />
He dicho señales de cansancio; detengámosnos un instante.<br />
Los países contribuyentes no cumplen sus compromisos o es preciso recordárselos<br />
repetidamente; se les debe rogar para que sientan el deber primario de la solidaridad!<br />
¡A este punto hemos llegado!<br />
¿Qué medios pueden utilizarse para despertar, para llamar al orden, o incluso tan sólo para<br />
solicitar?<br />
Considero que este tema merece un examen más a fondo: ¿hay motivos que expliquen estas<br />
carencias, estas reticencias en el cumplimiento de un compromiso? ¿No están satisfechos de las<br />
organizaciones?; y, si hay razones para ello, ¿cuáles son? ¿Se expresan esas razones?<br />
¿O es que lo que se hacía con entusiasmo al comienzo se ha convertido, con el tiempo, en el<br />
cumplimiento árido de un deber que nos arrepentimos, tal vez, de haber asumido? Esto sería grave.<br />
La solidaridad necesita un alma - ¡un alma! - que crea en ella, que supere los obstáculos, que<br />
no pierda de vista el objetivo <strong>del</strong> propio compromiso, que es aliviar el sufrimiento, proporcionar<br />
ayuda a quien tiene una grave y urgente necesidad de ella.<br />
¡La solidaridad necesita un alma!<br />
El Gobierno italiano ha cumplido ese compromiso aportando una contribución de 29 millones<br />
de dólares al FIDA, 33,6 millones de dólares al Programa Especial para el África Subsahariana, y<br />
2 000 millones de liras para los proyectos de desarrollo rural y agrícola y en el sector <strong>del</strong> riego<br />
durante el período 1994-1997.<br />
Quizá sea poco. Puedo decir que Italia ha hecho verdaderamente todo cuanto podía. Y si<br />
puede hacer más, se sentirá honrada - ¡honrada! - en hacer más; agradecerá que le pidan más.<br />
Pero, ante un problema tan grave, sobre todo en el plano humano, que es siempre el más<br />
importante - y usted ha tenido la cortesía de citar palabras que pronuncié hace años - es preciso<br />
adoptar criterios culturales esenciales. En primer lugar, la concepción misma de la persona humana,<br />
de su dignidad, de sus derechos.<br />
¡El compromiso <strong>del</strong> hombre con el hombre constituye la base <strong>del</strong> concepto mismo de<br />
civilización!<br />
¿Cuántas veces estudiosos o políticos, al abordar las cuestiones <strong>del</strong> hambre en el mundo, la<br />
pobreza y las necesidades básicas de poblaciones enteras, han concedido más atención al exceso de<br />
población que al escaso aprovechamiento de los recursos agrícolas y, en particular, a la distribución<br />
desequilibrada y objetivamente injusta de la riqueza?<br />
También existe, desde luego, el problema de la procreación poco consciente y poco<br />
responsable.<br />
O nos imponemos el deber primordial de abordar estos temas de fondo, o todas las medidas,<br />
incluso las mejor estructuradas y orientadas, se reducirán a paliativos de eficacia pasajera.