Informe del CG - IFAD

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En lugar de ello, el Fondo se concentró en los métodos de conservación del agua y el riego en
pequeña escala que, los propios agricultores minifundistas, actuando por conducto de asociaciones de
regantes, pudieran administrar y mantener. También aprovechamos las técnicas tradicionales de
captación de agua como las excavaciones semicirculares para retener este recurso utilizadas desde
hace tiempo en el África occidental. Los pequeños sistemas de riego administrados por los
agricultores no sólo han permitido aumentar los rendimientos, sino que también han servido como
instrumento para solucionar las controversias acerca de los derechos sobre el agua.
Nuestras operaciones en las zonas marginales, vulnerables a la desertificación, pusieron de
relieve los nexos existentes entre la pobreza y la degradación del medio ambiente, sobre todo en el
África subsahariana. El creciente número de personas y animales ha afectado las formas tradicionales
de ordenación de las tierras. Hoy día, los agricultores y pastores pobres no tienen muchas veces otra
alternativa que hacer un uso excesivo de las tierras agrícolas y los pastizales vulnerables, acelerando
así la degradación de la base de recursos naturales. Ello agrava a su vez la pobreza y agrega una
nueva dimensión a la vorágine. Este ciclo vicioso sólo puede romperse ayudando a las comunidades
locales a organizarse en asociaciones de usuarios y a adoptar tecnologías sostenibles, empleando a
menudo formas mejoradas de sus propias prácticas tradicionales. Hemos visto en proyectos en
Marruecos, el Níger y en otros lugares, que la gestión de los recursos, la extensión y los planes de
crédito de carácter participativo pueden crear las condiciones apropiadas para llevar a efecto esas
iniciativas a nivel de la comunidad. Los agricultores y pastores pobres pueden entonces contribuir a
proteger la base de recursos de la cual dependen sus medios de subsistencia, en lugar de erosionarla.
Esta experiencia operacional contribuyó a conformar nuestro Programa Especial para los
Países del África Subsahariana Afectados por la Sequía y la Desertificación, destinado, no a
proporcionar asistencia para mitigar los efectos de la sequía, sino a fortalecer la capacidad de
adaptación y resistencia de las comunidades. Los proyectos financiados por el Programa Especial han
producido algunos de los resultados más interesantes nunca logrados en lo concerniente a armonizar
las actividades de reducción de la pobreza y las destinadas a proteger el medio ambiente, y lograr que
se apoyen mutuamente. La reciente selección del FIDA como organización hospedante del
Mecanismo Mundial de la Convención de Lucha contra la Desertificación es un claro reconocimiento
de la amplia experiencia del Fondo en esta esfera.
Señor Presidente:
El acceso de la población pobre al crédito y la tecnología, a mercados que le ofrezcan
condiciones equitativas, a un mínimo de infraestructura y a servicios básicos de salud y educación
son los aspectos principales de lo que hemos denominado un microentorno propicio para los pobres.
Consideramos que éste es un complemento indispensable del entorno de macropolíticas propicio que
exigen las grandes instituciones financieras.
La promoción de ese microentorno ha sido un objetivo importante de nuestros proyectos,
cuyo número asciende ahora a un total de 489. El FIDA ha financiado USD 5 670 millones del costo
global de esos proyectos cifrado en USD 17 500 millones. Ello significa que por cada dólar que el
Fondo ha destinado a los pobres ha movilizado además dos dólares y diez centavos de otros donantes
y los gobiernos receptores. Una vez alcanzado su pleno desarrollo, esos proyectos ayudarán a unos
30 millones de familias pobres - alrededor de 200 millones de personas - a encontrar una vía de salida
del hambre, la pobreza y las privaciones.
Señor Presidente:
El enfoque del FIDA en lo concerniente a la reducción de la pobreza se basa enteramente en
la convicción de que los pobres pueden ser los protagonistas principales en el proceso de desarrollo