Informe del CG - IFAD

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de esos empleos y permiten diversificar la actividad económica en las regiones
sumamente pobres;
− los proyectos del Fondo ha contribuido a aumentar la producción alimentaria en unos
40 millones de toneladas anuales de equivalente en trigo, es decir el volumen necesario
para alimentar a 200 millones de personas.
El Fondo ha establecido una fructífera cooperación entre los países industrializados, las
naciones en desarrollo y las organizaciones no gubernamentales.
El Comité de Evaluación del FIDA, que ha recorrido todos los países receptores de la
asistencia de la Institución, ha comprobado el entusiasmo de los beneficiarios y ha expresado el deseo
de que ésta pueda proseguir su acción con medios suficientes, pero además ha recomendado que siga
siendo una organización basada en los conocimientos acerca de la pobreza rural. En una época en que
la economía se caracteriza por el predominio de los conocimientos y de su transmisión, el FIDA no
solamente debe crearlos en el sector de la pobreza rural, sino también velar por su gestión y
contribuir a su difusión.
Al llevar a cabo su tarea, el Fondo deberá tener en cuenta la evolución de los problemas de la
pobreza rural y la inseguridad alimentaria en el mundo actual.
En el plano geográfico se ha diseñado un nuevo mapa del hambre con el desarrollo de la
miseria en los países de Europa oriental, la situación de la población de los Grandes Lagos en África,
y la continua existencia de numerosas bolsas de gran pobreza en Asia y América Latina.
Por otra parte, la disminución de la asistencia pública en el plano financiero, en favor del
desarrollo de inversiones del sector privado mucho más selectivas, hace más difícil la lucha contra el
hambre y la pobreza.
Así pues, el FIDA debe desplegar sus esfuerzos en forma más selectiva y aumentar su
cooperación con las demás organizaciones internacionales a fin de eliminar la duplicación de
actividades y encontrar nuevos copartícipes en el sector privado.
Sin embargo, las concepciones liberales de la actividad económica internacional,
independientemente de su eficacia, no pueden pasar por alto las disposiciones específicas que exige
la inserción de los sectores pobres de la población en la economía de mercado. Ello se refiere tanto al
plano internacional como al nacional: los mecanismos del mercado son de por sí ineficaces o
impotentes.
La generosidad de las organizaciones privadas no permite compensar la disminución relativa
de las contribuciones públicas.
Mi deseo, en este Vigésimo Aniversario de la creación del FIDA, es pues que se mantenga un
esfuerzo financiero público significativo en las reposiciones periódicas de sus recursos financieros.
Ello es tanto más necesario cuanto que la expansión del ámbito geográfico de la intervención
del FIDA - expansión ampliamente justificada - no impide a éste reconocer cierta prioridad al
continente africano. Pese a algunos progresos alentadores, sus perspectivas de desarrollo siguen
siendo considerablemente inferiores a las de otros continentes. Ahora bien, la economía mundial no
puede permitir disparidades insoportables entre sus diversas partes.