Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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104 Lu i s <strong>Chiozza</strong><br />
perdido el juego; pero Chieko argumenta que la culpa fue del árbitro,<br />
no suya. Otra joven interviene asegurando que si no la hubieran<br />
expulsado habrían ganado. Cuando la primera le pregunta<br />
por qué está de mal humor, la segunda comenta –burlándose– que<br />
siempre está de mal humor porque nadie la ha “cogido” todavía.<br />
Chieko, suscitando la hilaridad de la primera amiga, contesta: “Me<br />
voy a coger a tu papá para que mejore mi humor”.<br />
el Jet Pop<br />
Cuando Chieko sale del vestuario, vuelve al centro de la ciudad<br />
con su padre y, en el auto, él le pregunta qué desea comer; la joven<br />
le explica que ha quedado en encontrarse con sus amigas del equipo<br />
para comer en el Jet Pop. “¿No me dijiste que almorzaríamos juntos?”,<br />
insiste Yasujiro, y Chieko, molesta, le contesta: “Papá, te dije<br />
que almorzaría con ellas. Nunca me prestas atención”. Luego de un<br />
silencio incómodo, continúa: “Mamá siempre me prestaba atención”.<br />
Yasujiro, afectado, luego de una pausa, le pregunta: “¿Por<br />
qué quieres pelear? –y enseguida añade, mientras Chieko lo mira<br />
seria y pensativa– Yo también he perdido a tu madre. Estoy haciendo<br />
lo mejor que puedo”. Ya no vuelven a hablar, y unos minutos<br />
después –llegando al restaurante–, Yasujiro le dice que no se olvide<br />
de la cita que tiene con el dentista a las tres. Chieko le responde con<br />
un gesto de fastidio. Cuando se baja del auto, él la mira cariñoso y<br />
preocupado, y agrega: “Cuídate”.<br />
El Jet Pop es un lugar alborotado y bullicioso donde sirven comidas,<br />
frecuentado por los jóvenes, atestado de juegos electrónicos<br />
y con grandes pantallas televisivas en las cuales aparecen músicos y<br />
bailarines con un volumen de sonido que lleva a que todo el mundo<br />
hable a los gritos. Cuando se saludan –chocando las palmas de sus<br />
manos con los brazos en alto, con excitación y alegría–, Chieko<br />
pregunta a sus compañeras por qué están en la esquina, y enseguida<br />
queda claro que el conjunto de muchachos que ocupa la mesa de al<br />
lado es el motivo. Se intercambian, con ellos, miradas y sonrisas que