Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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ca P í t u l o iii<br />
Los celos<br />
¿De dónde vienen los celos?<br />
La palabra “celo” se usa para aludir al cuidado que dispensamos<br />
a las cosas y a las personas que nos despiertan amor y cariño. Pero<br />
el término “celos” en plural designa, en cambio, el sufrimiento que<br />
podemos experimentar frente a los vínculos que las personas que<br />
amamos establecen con otras personas. Aunque podemos sentir celos<br />
en las más diversas circunstancias, la situación más típica se configura<br />
en la relación erótica de una pareja frente a la presencia de<br />
un tercero. El famoso triángulo que se configura con los celos tiene<br />
un antecedente fundante que permanece en lo inconsciente desde<br />
la situación que se ha vivido, en la infancia, frente a la pareja de<br />
los padres. Esto contribuye a explicar un hecho que la observación<br />
confirma y cuya generalización aparece, a primera vista, contradictoria<br />
y extraña. El hecho es que, en un entorno en donde predomina<br />
la idea que confunde la competitividad con la competencia,<br />
sucede que toda pareja bien avenida se forma “triunfando” sobre la<br />
situación de celos; y que, por este motivo, la presencia fantaseada<br />
de un amenazante tercero “derrotado” –que en lo inconsciente perdura<br />
formando parte de una inevitable inestabilidad en la relación–<br />
contribuye a mantener encendido un componente importante del<br />
deseo, que se alimenta de la rivalidad exitosa.<br />
Desde pequeños, aprendimos que los celos existen y es frecuente<br />
que los usemos para explicarnos muchas de las conductas y de las