Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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178 Lu i s <strong>Chiozza</strong><br />
hecho dudoso, se inclina a pensar mal. La importancia que ese término<br />
adquiere, en el contexto de este epílogo, es que suele usarse<br />
diciendo que uno “es un malpensado”. Lo cual desplaza la significación<br />
desde la afirmación de que uno piensa mal, hacia el hecho<br />
de que lo que ha sido mal pensado culmina en lo que uno es. No<br />
se trata de una idea nueva. Hemos citado ya el libro de Lizcano Las<br />
metáforas que nos piensan, y la frase de Bateson: “Las ideas que hoy<br />
son yo, mañana pueden ser usted”. También podríamos mencionar<br />
aquí lo que señala Ortega, cuando escribe que podemos discutir<br />
nuestras ideas, mientras que, en nuestras creencias –que no son otra<br />
cosa que las ideas que profundamente hemos asumido–, vivimos<br />
instalados. Dawkins nos habla de los “memes”, que son ideas o, si<br />
se quiere, unidades de información que habitan el mundo en que<br />
vivimos, adueñándose de nuestro intelecto. Bhom ha dedicado un<br />
seminario entero, que dio lugar al libro Thought as a System que<br />
citamos en el capítulo primero, al desarrollo de este tema.<br />
La idea no es nueva, decíamos. Pero, sin embargo, si se toma “en<br />
serio” la afirmación de que la mayoría de las veces pensamos “por<br />
contagio” y adquirimos las opiniones –que además trasmitimos– de<br />
un modo significativamente similar a la manera en que adquirimos<br />
un resfrío, ese pensamiento contradice de tal modo nuestra<br />
creencia habitual de que uno es el que piensa los pensamientos que<br />
lo habitan, como para que el asunto merezca que dediquemos un<br />
epílogo al intento de abordar esa cuestión con más detalle.<br />
La evolución del pensamiento<br />
Comencemos por decir, partiendo desde la teoría psicoanalítica,<br />
que la necesidad de remplazar lo que –como organismo– se<br />
nos gasta en el vivir conduce a que busquemos encontrarnos con<br />
aquello –lo que se dice un “objeto”– que puede satisfacer esa necesidad<br />
de alimento. Lo que nos guía en esa búsqueda es la memoria<br />
de una anterior experiencia de satisfacción. Así, motivados por esa<br />
necesidad, exploramos el mundo y comparamos los objetos que la