Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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144 Lu i s <strong>Chiozza</strong><br />
Las dos primeras frases de la carta, en cambio, parecen testimoniar<br />
que Warren se ha consentido una pequeña “vuelta” hacia sus<br />
actitudes primitivas antes de encaminar sus pensamientos en una<br />
nueva dirección. Es desde esa nueva dirección, hacia la cual ahora<br />
se encamina su proceso de duelo, que Warren le habla a Ndugu de<br />
que lo máximo que se puede anhelar es influir en algo, y de que él,<br />
Warren, no ha influido en nada. Ni siquiera ha podido influir en<br />
su hija a quien ha debido ver, con pena, convertida en la esposa de<br />
un bobo. Se siente débil, se siente un fracaso. Cuando pronto, no<br />
importa cuando, muera y todos los que lo han conocido también<br />
mueran…, será como si él nunca hubiera siquiera existido.<br />
Hemos llegado ahora a un punto clave que podemos formular<br />
a través de una pregunta. ¿Por qué razón ha sucedido, que una vez<br />
que Warren ha logrado (sorteando todas las defensas con las cuales<br />
intentó resolver su situación de la manera “simple y rápida” hacia la<br />
cual la negación y la manía suelen conducir) aceptar la realidad del<br />
cambio de su vida que lo obliga a un duelo, ingresa en un proceso<br />
de autocrítica que lleva el tinte inconfundible de la melancolía?<br />
La idea de no haber hecho nada que en algo haya “influido”, y<br />
mejor aún, la idea simple y pura de fracaso –tan típica de la melancolía–<br />
se refieren, sin lugar a dudas, a un hecho “resultado” que<br />
es la consecuencia actual y perdurable de un proceso que ya ha<br />
sucedido. Reparemos en que, para que ese fracaso lo sea de verdad,<br />
es necesario asumir que nada puede hacerse en el presente para<br />
cambiar las consecuencias de ese proceso pretérito, porque si así<br />
no fuera el presunto fracaso ya no sería tal. De modo que la idea<br />
de un fracaso pretérito cuyas consecuencias son hoy inevitables,<br />
esconde siempre la idea de una impotencia actual. Warren no sólo<br />
piensa que él en nada ha influido, lo que realmente lo tortura es su<br />
creencia de que en nada puede hoy influir. Es claro que él podría<br />
argumentarnos que no existe tanta diferencia entre una cosa y otra,<br />
porque lo que cimienta su creencia en su impotencia de hoy es el<br />
conocimiento cierto de su fracaso anterior. Podemos aceptar ese<br />
argumento, aunque no siempre es cierto que lo que no se pudo no