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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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¿Po r q u é n o s e q u i v o C a m o s? 181<br />

constituye “la razón”. Recordemos que el término “razón” conserva,<br />

en matemática, su sentido de ratio, que es cociente o diferencia.<br />

En cuanto a la actividad del “sano juicio” que conduce a conductas<br />

acertadas, no cabe duda de que puede expresarse en una de sus<br />

maneras más logradas, mediante una frase que con verdad sentencia<br />

–utilizando siempre el verbo ser– aquello que una cosa es o, también,<br />

(en otro juicio) aquello que no es. Sin embargo, cuando ocupándonos<br />

de los orígenes del pensar descubrimos su operatividad<br />

primigenia en la posibilidad de satisfacer las necesidades básicas de<br />

un organismo, estamos admitiendo que si bien la sentencia verbal<br />

puede describir muy bien cómo funciona un juicio, la función de<br />

enjuiciar la realidad se ejerce sin necesidad de palabras. Es evidente<br />

que un organismo que consideramos “sencillo”, una ameba, por<br />

ejemplo, “decide” estableciendo una diferencia entre el nutriente<br />

que incorpora y las substancias de las cuales huye. No puede establecer<br />

juicios utilizando palabras, tal vez no utilice siquiera los que<br />

podríamos considerar equivalentes primitivos de nuestros conceptos<br />

o de nuestras imágenes, pero es evidente que establece diferencias y<br />

que, para ejercer esa función, debe comparar la re-presentación que<br />

le arroja la memoria con la imagen que le arroja la percepción.<br />

Las experiencias que ha realizado Eric Kandel sobre la memoria,<br />

utilizando al caracol aplysia, fundamentan estas consideraciones ya<br />

que sin la posibilidad de distinguir entre recuerdo y percepción, la<br />

memoria carecería de sentido. Después de todo (como decía Bateson<br />

refiriéndose irónicamente a los abusos en la interpretación<br />

de los experimentos de Pávlov), es cierto que el perro segrega jugo<br />

gástrico cuando el profesor suena la campana, pero no se conoce<br />

ningún caso en el que el perro se haya comido la campana. Si tenemos<br />

en cuenta que la facultad de una sola célula para establecer<br />

diferencias implica la capacidad para establecer una forma primitiva<br />

de lo que Freud denomina identidad de pensamiento, cae por<br />

su propio peso que en los organismos pluricelulares complejos el<br />

proceso se sustancia muchas veces normalmente de manera inconsciente<br />

en fenómenos tales como el reconocimiento de la presencia

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