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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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124 Lu i s <strong>Chiozza</strong><br />

el reloj– tengo que llegar a una reunión. ¿Quieres bajar conmigo?”.<br />

Ya en la calle, en el lugar del edificio que utilizan para acumular los<br />

desperdicios que deben ser retirados, Warren ve todas las cajas que,<br />

cuidadosamente etiquetadas, contienen los documentos que dejó<br />

para su sucesor. “¿Cómo te fue por la oficina?”, pregunta Helen<br />

más tarde, y Warren le responde que por suerte pasó por allí para<br />

solucionar un par de cabos sueltos.<br />

Revisando su correspondencia, Warren encuentra un sobre enviado<br />

por Childreach, en el cual –junto a “su guía de patrocinador”–<br />

le escriben una carta de agradecimiento que comienza diciendo que<br />

él ha cambiado la vida del pequeño Ndugu Umbo (País: Tanzania.<br />

Sexo: masculino. Edad: 6 años. Día de nacimiento: se ignora).<br />

También le solicitan que, al cheque de su contribución, añada unas<br />

líneas para su nuevo hijo adoptivo cuya foto le adjuntan. Además,<br />

de ser posible, que incluya información personal. Warren, serio y<br />

con los anteojos en la punta de la nariz, reflexivo, examina el conjunto<br />

y se decide a escribir el cheque de 22 dólares para Childreach<br />

y la carta que comienza con “Querido Ndugu”.<br />

La vieja<br />

Será una larga carta, en la cual Warren se dirige a ese niño como<br />

si fuera un interlocutor que puede comprenderlo. Es evidente que<br />

su carta es una forma de poner en el papel los pensamientos que<br />

él necesita elaborar. Cuando se refiere a su jubilación, deja salir<br />

la furia que lleva escondida en el alma frente a ese mocoso que<br />

lo ha sustituido y que piensa que porque sabe meter números en<br />

una computadora, no le hace falta la experiencia de Warren con<br />

el mundo real y con el gobierno de un departamento empresario.<br />

Continúa escribiendo luego, más sereno, acerca de que, de pronto,<br />

le ha sucedido que se siente viejo. Ve en el espejo arrugas en torno<br />

de sus ojos, pelos en sus orejas y la piel del cuello se le ha vuelto<br />

floja. Sus tobillos se han llenado de pequeñas venas y no puede<br />

creer del todo, realmente, que eso que está viendo es él. Le escribe

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