Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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¿Po r q u é n o s e q u i v o C a m o s? 107<br />
de la misma botella. Progresivamente, su excitación va en aumento.<br />
Se empujan, se ríen y, cuando llegan a un lugar en donde emerge<br />
del suelo, como ornamento, un chorro de agua de un metro de<br />
altura, que cae sobre el piso formando una columna de unos cincuenta<br />
centímetros de diámetro, continúan su jarana empujándose<br />
y mojándose con agua. Chieko, con sus sentidos cautivados, en una<br />
suerte de embeleso, se entrega luego a los vaivenes de una hamaca<br />
con la expresión de alguien que habita en otro mundo. Su amiga<br />
Mitsu hace lo mismo en otro columpio. El jolgorio prosigue luego,<br />
cuando vuelven todos al surtidor y, subidos unos a los hombros<br />
de otros, juegan a derribarse hasta que finalmente quedan todos<br />
empapados por igual. Chieko ha hecho buenas migas con Haruki y<br />
luego, cuando en el tren metropolitano que los acerca a un boliche,<br />
todos se abrazan y se aprietan entre risas, ella le dice “Hueles rico”.<br />
En la discoteca, la excitación continúa al ritmo de una música<br />
a la que todos se entregan con movimientos incesantes y repetitivamente<br />
acordes. Una música cuyas vibraciones recorren el cuerpo<br />
de Chieko, embriagado por el movimiento y por el hechizo de las<br />
visiones estroboscópicas, de las luces y de los colores. Y así, mientras<br />
baila junto con todos –a veces cerrando y a veces abriendo los<br />
ojos–, entre las intermitencias con las cuales la luz acompaña a los<br />
ritmos del sonido, Chieko ve cómo Haruki besa apasionadamente<br />
a su amiga Mitsu. El efecto que esto le produce es instantáneo. Se<br />
queda súbitamente quieta y, como si se hubiera despertado de un<br />
sueño, “se apaga”, se despide y se va lentamente, caminando sola<br />
otra vez por las calles de Tokio.<br />
el detective mamiya<br />
Cuando llega a su casa, le pide al portero –en el hall de entrada–<br />
que llame al detective Mamiya, el policía joven, y le diga que<br />
la hija de Yasujiro Wataya necesita hablar a solas con él, enseguida,<br />
acerca de su padre. Acostada en un sofá del living, Chieko –frente<br />
a la presencia de dos fotografías de su madre que la miran desde sus