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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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¿Po r q u é n o s e q u i v o C a m o s? 33<br />

prepuberal, varones y mujeres solamente conocen la existencia de<br />

un sexo, el masculino.<br />

La idea de que una niña no posea noticia alguna acerca de la existencia<br />

de su vagina ha sido discutida con fundamentos sólidos por<br />

numerosos autores, entre los cuales se cuenta nada menos que una<br />

psicoanalista tan insigne como Melanie Klein. Sin embargo, como<br />

ocurre muchas veces con las afirmaciones de Freud, la intuición<br />

que las motiva y los descubrimientos que su teoría trata de explicar<br />

terminan por quedar confirmados desde otros ángulos de reflexión.<br />

Los hechos que la observación de la etapa fálica avala y que Freud<br />

trata de explicar son, en lo esencial, los siguientes: la existencia, en<br />

la niña, de una intensa y predominante excitación clitoridiana; la<br />

existencia, en varones y mujeres, de un Complejo de castración de<br />

acuerdo con el cual no existen dos sexos, sino solamente la oposición<br />

entre fálico y castrado, es decir, la oposición entre estar dotado<br />

o despojado de un falo; y por fin, la existencia, en la niña, de una<br />

intensa envidia del pene que posee el varón. Estos hechos que, como<br />

dijimos, la observación confirma no necesariamente significan que<br />

el varón no envidie a la mujer el pecho que amamanta o la capacidad<br />

de gestar, que se atribuye al vientre. Menos aún significan,<br />

sin lugar a dudas, que la niña desconozca la existencia de su vagina.<br />

Basta para explicar esos hechos, el comprender que varones y<br />

mujeres registran las sensaciones y la excitación que provienen de<br />

sus órganos genitales, pero que sólo los genitales masculinos son<br />

accesibles a la percepción por medio de los órganos sensoriales. En<br />

palabras más simples, la vagina y el pene se sienten, pero sólo el pene<br />

y, hasta cierto punto el clítoris, se pueden ver y tocar.<br />

El equivocado prejuicio esencial de la etapa fálica consiste pues<br />

en la fantasía, que la observación aparenta confirmar, de que a la<br />

mujer “le falta algo”; un algo que, para colmo, se valora como una<br />

importantísima fuente de placer. Volveremos sobre este punto en el<br />

próximo capítulo, en el que nos ocuparemos de los celos, porque lo<br />

que nos interesa destacar ahora se encuentra en otra dirección. La<br />

oposición entre fálico y castrado, que suplanta equivocadamente a

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