Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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¿Po r q u é n o s e q u i v o C a m o s? 171<br />
–“el mudo”, a quien Tommi “ayuda” sentándose a su lado, y que<br />
parece representar un aspecto de Tommi que él mismo reprime– se<br />
enfermó después de ver a morir, repentinamente, a su padre. Freud<br />
expresó una vez que él tenía la espalda acostumbrada a inclinarse ante<br />
la realidad. Tommi parece ser un niño al cual estas palabras se aplican.<br />
Pero, a pesar de la sensatez que lo inclina a ver las cosas como son,<br />
muchas veces hace el esfuerzo –por amor– de ver las cosas como las<br />
ve su padre, y algunas de esas veces, muy pocas, lo consigue. Como,<br />
por ejemplo, cuando frente al amigo de Livia que su madre conoce<br />
en la exposición de pintura, dice “ése tiene un montón de plata”.<br />
Pero allí no terminan los sinsabores que envuelven la vida cotidiana<br />
de Tommi. Su hermana, que duerme con él en el mismo<br />
cuarto, lo toca, lo aprieta, lo excita, lo seduce, le pide “un besito”, se<br />
exhibe desnuda, lo burla, y cuando él se defiende, lo llama esclavo y<br />
cobarde. Para colmo no sólo duermen los viernes con Renato, que<br />
mientras les pregunta si no son un poco grandes para dormir con<br />
papá, los acepta complacido en la misma cama. También, sucede<br />
que cuando Stefania vuelve, Tommi encuentra en el baño la cánula<br />
de la irrigación vaginal de su madre que, además, insiste en enjabonarle<br />
el pitito “que es de ella” y, cuando Tommi se escapa, le dice,<br />
nada más ni nada menos: “¿Me dejas así? Tu hermana tiene razón,<br />
eres terco”. Después, durante el sueño del que despierta angustiado,<br />
Tommi se internará en una relación erótica con su madre en la cual<br />
lo esencial consiste en que él le besa los pechos y en la intensa excitación<br />
de ambos. Y, cuando ya despierto y todavía atenazado por la<br />
angustia se dirige a la cocina, se encuentra allí con ella, que tampoco<br />
puede dormir y que le habla entonces con voz entrecortada por el<br />
afecto –como en el sueño– de cosas que Tommi preferiría no oír.<br />
mi mamá va y viene<br />
Cuando, en la primera parte de este libro, nos ocupamos de<br />
las experiencias primitivas que dan origen al sentimiento de celos,<br />
dijimos que el niño pequeño tiende a considerar como propio todo