Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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98 Lu i s <strong>Chiozza</strong><br />
escuchar halagos, llevada por la ilusión de aumentar de este modo<br />
su autoestima y combatir su culpa. Si los susurros de Satanás –que<br />
envía las almas hacia su perdición– cobran forma en la figura del<br />
playboy, el per-dón –que, como hemos ya mencionado, es el mayor<br />
de los dones– aparece en las actitudes de Tuppy frente al “pasado” de<br />
Erlynne. Una de ellas, por ejemplo, cuando le dice, con la profundidad<br />
que Wilde sabe poner en su boca: “No me interesa ser el primero,<br />
me basta con ser el último”. Una frase que, con profundidad y<br />
“simpleza”, resume el tema de la redención que reside, todo entero,<br />
en los cambios irreversibles que surgen del haber comprendido.<br />
No cabe duda de que el primer testimonio de la culpabilidad<br />
que Meg esconde en el fondo de su alma es la “convicción” con<br />
la cual (aparentemente llevada por el entorno malicioso de los<br />
comentarios y chismes, y por el descubrimiento del talonario de<br />
cheques) ha creído en la culpabilidad de Robert, sin necesidad de<br />
pedirle una explicación que él, en esas circunstancias, hubiera podido<br />
darle. Pero, si señalamos que la culpa sólo forma una parte de<br />
la predisposición que condujo a Meg hacia una decisión errónea, es<br />
porque pensamos que en esa predisposición también operan otras<br />
motivaciones. Volvamos sobre las lisonjas que Darlington susurra<br />
en el oído de la joven. Ya hemos dicho que él ha captado en ella la<br />
culpa y, también, una necesidad de recibir halagos que Robert ya<br />
no puede saciar. En la penumbra de su conciencia, Meg siente que<br />
el “primer” Robert, el que la ama sin dudas “cegado” por su amor,<br />
no es lo suficientemente “objetivo” como para que sus halagos sean<br />
creíbles; mientras que el “segundo” Robert, el que la traiciona, sólo<br />
la adula para ocultar su traición. En este punto, se inserta Lord<br />
Darlington y todo el entorno de mujeres chismosas que habitan el<br />
mundo de Robert.<br />
La envidia frente a la materialización de un sueño<br />
Tanto los comentarios cínicos de los cuales hacen gala los hombres,<br />
como los chismes que –no menos excitadas que escandalizadas–