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Edición Digital - Fundación Luis Chiozza

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¿Po r q u é n o s e q u i v o C a m o s? 35<br />

de su primacía en el transcurso de la vida adulta y cómo alcanza<br />

la influencia, en la determinación de la forma en que vivimos la<br />

vida, que nos lleva a otorgarle su condición de gigante. Digamos,<br />

en primer lugar, que dentro de la etapa fálica encontramos vigentes<br />

conflictos que, aunque provienen de etapas anteriores, combinan<br />

sus características con las que aporta la genitalidad primaria. Así,<br />

vemos que la dependencia, que se ha vuelto neurótica porque encuentra<br />

sus raíces en la perduración de un vínculo oral primario<br />

de características pasivas, se torna especialmente conflictiva en la<br />

medida en que refuerza sentimientos de impotencia fálica. Esos<br />

sentimientos disminuyen la autoestima y conducen a sentirse maltratado<br />

y a situaciones en las cuales la desconfianza, el reproche y<br />

el reclamo tiñen la enemistad que nace de la rivalidad. También vemos<br />

que la tendencia al dominio, la posesión y el control, que surgen<br />

de permanecer “fijado” a las fantasías de la etapa anal, prestan<br />

su particular coloratura a las actitudes de rivalidad; despertando la<br />

fantasía, intensamente persecutoria, de que aceptar ser fecundado<br />

por una idea o una dádiva ajena equivale a ser sádicamente penetrado<br />

por un rival que humilla, denigra y somete.<br />

Tal como ya lo expresamos, la evolución libidinosa finaliza y<br />

culmina cuando en la pubertad se alcanza el predomino de la organización<br />

genital secundaria, dentro de la cual desaparece la oposición<br />

entre fálico y castrado que caracteriza a la etapa genital primaria<br />

y que sostiene la rivalidad. El acto genital de dos adultos, que<br />

han trascendido la rivalidad y que culmina en un orgasmo simultáneo,<br />

puede usarse como paradigma de la genitalidad secundaria;<br />

ya que en ese acto recíproco en el cual el hombre entra en el vientre<br />

femenino, mientras la mujer se “introduce” en el abrazo envolvente<br />

del hombre, la penetración que establece la cópula se desprende de<br />

la fantasía sádica para recuperar su sentido etimológico de “entrar<br />

profundamente”, como entra el alimento en el cuerpo, en el interior<br />

de la casa que recibe y acoge.<br />

Por extraño que pueda parecernos, el psicoanálisis casi no se ha<br />

ocupado de describir las características de la genitalidad secundaria.

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