Edición Digital - Fundación Luis Chiozza
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¿Po r q u é n o s e q u i v o C a m o s? 13<br />
algunas de nuestras equivocaciones nos conducen a daños que son<br />
irreparables. El lenguaje popular se refiere, en una de sus comunes<br />
expresiones, a la desgraciada posibilidad de elegir “el mal camino”;<br />
y no cabe duda de que existen trayectos en la vida que, una vez recorridos,<br />
nos enfrentan con situaciones que son irreversibles y con<br />
otras que sólo muy difícilmente pueden ser “revertidas”, con grandes<br />
esfuerzos y soportando daños. Algunas de nuestras equivocaciones<br />
“grandes” tienen efectos inmediatos. Esto sucede, por ejemplo,<br />
cuando el conductor de un automóvil piensa que podrá adelantarse<br />
al camión que obstruye su paso, pero calcula mal y en un instante<br />
ocurre un desastre irreparable. Otras veces, quizá las más frecuentes,<br />
los efectos de nuestros grandes errores se evidenciarán más tarde,<br />
tal vez muchos años después de haber cruzado algún umbral sin<br />
retorno. No existe una línea en el piso que nos indique cuál será la<br />
zona de la que, una vez ingresados, ya no se podrá volver.<br />
Comencemos por decir que el bienestar en nuestra vida es, en<br />
su mayor parte, inconsciente, porque, hasta donde sabemos, la<br />
conciencia –como el pensamiento– sirve a la necesidad de resolver<br />
dificultades. De modo que, cuando cobramos noticia y pensamos<br />
acerca de lo que solemos llamar nuestra realidad, lo hacemos porque<br />
esa realidad nos hiere y sentimos la necesidad de hacer algo con<br />
ella. Así y por este motivo, nace frente a la realidad lo ideal, como<br />
un “dibujo” de aquello en lo cual queremos que lo real se transforme.<br />
La forma más común en que lo ideal se diseña es mediante el<br />
simple expediente de “contrariar” a nuestro malestar, construyendo<br />
una contrafigura mental que surge de la inversión de sus términos.<br />
Pero, como es obvio, la realidad es mucho más de lo que nuestro<br />
malestar registra; y los “proyectos”, con los cuales la estructura<br />
racional de nuestra mente puede intentar mejorar la realidad del<br />
mundo, surgen de mapas inevitablemente incompletos y de procedimientos<br />
que simplifican la complejidad de lo real. Por esta razón,<br />
pudo decir Ortega que el peor castigo para un idealista sería condenarlo<br />
a vivir en el mejor de los mundos que él es capaz de concebir.<br />
Y por esta misma razón, podemos agregar que el uso desmedido de