Iniciación al Islam (Hashim Cabrera) - Webislam
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I N I C I A C I Ó N A L I S L A M<br />
Sentido de la creación<br />
El sentido último de la creación aparece expresado en un<br />
hadiz qudsí en el que Dios dice:<br />
“Yo era un tesoro escondido que quiso ser conocido y por<br />
eso creé la creación”.<br />
Dios es el Señor del tiempo que se crea a Sí mismo para<br />
que exista el movimiento, la vida, y para hacer posible la vida<br />
consciente. La conciencia del ser humano, reflejo o préstamo<br />
(áman) de la Omnisciencia Divina, es el receptáculo que hace<br />
posible cu<strong>al</strong>quier conocimiento. El ser humano sólo necesita<br />
del tiempo y de la diferencia para saber, para conocer lo Re<strong>al</strong>.<br />
Y lo Re<strong>al</strong>, Dios, crea la diferencia, la multiplicidad, porque Él<br />
quiere, y lo que está creando es la vida de las criaturas, una<br />
vida que es polaridad y tensión. El ser humano está siendo<br />
creado en el vacío, en la nada, con sensori<strong>al</strong>idad y en tensión<br />
(kábad), con experiencias de forma, color y sonido, tacto,<br />
gusto y olor, con la facultad de reflejar interiormente todos<br />
los mundos, con la facultad de imaginarlos y de recordarlos.<br />
Y existe esta conciencia porque el ser humano aceptó<br />
el ofrecimiento divino de la libertad y la discriminación,<br />
la posibilidad de la reflexión (fikr) y el recuerdo de Dios<br />
(dikr):<br />
“Ofrecimos el compromiso (ámana) de la razón y la<br />
voluntad a los cielos, a la tierra y a las montañas: pero<br />
rehusaron cargar con él por temor. No obstante, el hombre<br />
lo aceptó, pues, ha sido siempre propenso a ser sumamente<br />
m<strong>al</strong>vado, sumamente necio.”<br />
CORÁN, SURA 33, AYA 72<br />
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Capitulo 2<br />
El discernimiento y la voluntad son una ámana, un depósito,<br />
un préstamo que Dios hace <strong>al</strong> ser humano y que compromete<br />
a cada uno según su capacidad. Esta ámana o compromiso<br />
construye una visión del mundo y abre la condición<br />
humana hacia la incertidumbre y la libertad. En un mundo<br />
rebosante de signos, la razón permite comprender, abarcar,<br />
medir, discernir, crear sentido, pero <strong>al</strong> mismo tiempo es un<br />
tupido velo que compromete <strong>al</strong> ser humano procurándole a<br />
cambio una identidad. El ser humano es aquello que piensa,<br />
aquello que ve, comprende y ama.<br />
Cuando el ser humano se da cuenta de que jamás podrá<br />
comprender ni abarcar la Re<strong>al</strong>idad mediante su sola razón,<br />
cuando siente y reconoce la inmensidad del Océano y se<br />
ve nadando en Él, esa razón recobra entonces su más cab<strong>al</strong><br />
sentido y su dimensión más trascendente. Dios, <strong>al</strong> crear <strong>al</strong><br />
ser humano está creando una visión y un mundo capaces<br />
de reflejarlo todo, de reflejarLe a Él. Dios es el Señor de la<br />
Creación, el Señor de los mundos que ama a esos mundos<br />
y a Sus criaturas, que ama especi<strong>al</strong>mente <strong>al</strong> ser humano y le<br />
hace vivir como una conciencia Suya, que Él va modelando y<br />
haciendo emerger a la existencia, para ser conocido, para que<br />
el tesoro oculto s<strong>al</strong>ga a la luz.<br />
El ser humano no sabía que ese compromiso o ámana<br />
con que Dios corona su creación, esa fuente generadora de<br />
mundos y creadora de visión, es también uno de los velos<br />
más tupidos. La ámana implica asimismo la experiencia de<br />
la soledad y un conocimiento que sólo puede obtenerse en<br />
la aniquilación o extinción en lo re<strong>al</strong> (fanah). Ninguna otra<br />
criatura ha querido esta ámana, porque es una responsabilidad<br />
que ninguna criatura puede soportar completamente, un<br />
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