Iniciación al Islam (Hashim Cabrera) - Webislam
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I N I C I A C I Ó N A L I S L A M<br />
yo no adoraré lo que vosotros habéis adorado ni vosotros<br />
adoraréis lo que yo adoro. ¡Para vosotros vuestra ley<br />
mor<strong>al</strong>, y para mí la mía!’<br />
CORÁN, SURA 109. AL KAFIRÚN<br />
En toda la creación existe esa tensión entre el sometimiento<br />
y la rebelión expresada en la condición del ser humano.<br />
Una misma tensión, una misma problemática expresada<br />
de todas la maneras y formas posibles. Esa es la grandeza<br />
inimitable de la creación de Dios. Entre la expansión y la<br />
contracción, entre el olvido y el recuerdo, Dios conduce <strong>al</strong><br />
ser humano hacia Él y le advierte que ese camino implica un<br />
esfuerzo (yihad), una lucha que no es otra cosa que el latir<br />
de su corazón entre los mundos, un viaje que le conduce a la<br />
extinción en Dios, ya sea voluntariamente o a la fuerza, pues<br />
no hay más Re<strong>al</strong>idad que Él. De Él venimos y a Él regresamos<br />
constante e inexorablemente.<br />
Cuando ese regreso y ese sometimiento son conscientes y<br />
voluntarios, el ser humano está siendo musulmán. Cuando<br />
los seres humanos se reúnen y resuelven sus diferencias para<br />
adorar juntos a Dios están siendo musulmanes. La decisión de<br />
volver y encaminarse a Dios lleva implícita una forma de vivir,<br />
de pensar y de relacionarse. Los musulmanes viven de manera<br />
diferente a aquellos que se empeñan en mantener y construir<br />
los velos, los nombres, las definiciones, como si fueran ellos<br />
quienes mantienen vivo el mundo. El musulmán es pacífico<br />
y humilde como consecuencia del reconocimiento de la<br />
Re<strong>al</strong>idad, de la conciencia de Dios, de Su Sabiduría y Poder.<br />
Dicen los gnósticos musulmanes que <strong>al</strong> profeta David<br />
(Daud), la paz sea con él, le corresponde la estación (maqam)<br />
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Capitulo 5<br />
donde se asienta el j<strong>al</strong>ifato, por la nobleza de su rango. Una<br />
luz dorada, amarillenta y cálida, envuelve esta estación donde<br />
el espíritu (ruh) se manifiesta <strong>al</strong> ser humano como belleza<br />
(Al Yam<strong>al</strong>). El sol es un signo que expresa el dominio de la<br />
luz, la plenitud de la creación, pero <strong>al</strong> mismo tiempo puede<br />
cegarnos a la Luz verdadera.<br />
“Y les derrotaron con la venia de Allah. Y Daud mató<br />
a Goliat; y Allah le dio el dominio y la sabiduría, y le<br />
impartió el conocimiento que Él quiso. Y si Dios no hubiera<br />
permitido que la gente se defendiera a sí misma unos<br />
contra otros, la tierra ciertamente se corrompería: pero<br />
Dios concede Su infinito favor a todos los seres creados.”<br />
SURA 2, AL BAQARA, AYA 251<br />
Daud, la paz sea con él, derrota a Goliat, un ser brut<strong>al</strong><br />
y gigantesco, mediante su habilidad con la honda. La luz traspasa<br />
a la sombra. No necesita de la fuerza bruta para vencer<br />
a sus oponentes, sino que aplica su energía de forma certera<br />
y liviana. No toca a su enemigo, no se contamina con su<br />
sombra tratando de resolver la lucha. La victoria pertenece<br />
a Dios.<br />
Daud es el j<strong>al</strong>ifa de la expresión, el cantor de la teofanía. Y<br />
Dios nos dice que en esa estación los seres humanos han de<br />
defenderse los unos de los otros, para que no se corrompa<br />
su existencia, que han de luchar para que no se adueñe de<br />
ellos la muerte. El decreto del ser humano en este mundo<br />
es un esfuerzo (yihad) pues sin lucha no hay existencia sino<br />
corrupción y desaparición. El propósito de la creación de<br />
Dios es establecer la adoración consciente, la conciencia, y la<br />
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