Federico J. Mancera ValenciaTesis de Maestrìa - El Colegio de ...

En otro relato, elaborado por Jeremías, se describen las palabras de Yavé a este
profeta sobre “la gran sequía” que cae sobre Judá:
Llegó la palabra de Yavé a Jeremías a propósito de la sequía..., sus magnates
mandaron a los subordinados por agua,..., no hallaron agua y se volvieron con sus
cántaros vacíos. Están avergonzados,..., pues el suelo está consternado, por que
no hay lluvia en la Tierra..., Aun las ciervas en el campo paren y abandonan (la
cría) por falta de pastos. Los asnos salvajes se paran sobre las colinas peladas,
aspirando el aire como chacales, con los ojos consumidos, por falta de hierba..." Y
con clemencia pide Jeremías a su Dios: "Acuérdate, no rompas tu alianza con
nosotros. ¿Hay entre los ídolos de las gentes quien pueda hacer llover, ¿O
pueden los cielos dar la lluvia, ¿No eres tú, Yavé, Dios nuestro En tí esperamos,
porque has hecho todo esto (Jr. 14: 1-22: 1035).
B. Secar como esperanza. Esta misma condición de castigo se somete a una condición
de esperanza, en tanto que en el procedimiento - divino o santo- de secar, existe la
posibilidad de esperanza:
Sécase la hierba, marchítase la flor cuando pasa sobre ellas el soplo de Yavé.
Ciertamente hierba es pueblo. Sécase la hierba, marchítase la flor, pero la palabra
de nuestro Dios permanece para siempre (Is. 40; 7-8: 991).
En otro sentido, la sequía es un acto de secar por algo o por alguien, como ya lo vimos
anteriormente. La relación existente entre Dios y la Naturaleza que surgió durante el
Renacimiento, en la cual la Naturaleza significaba el reflejo propio del Eterno, así el
orden, el equilibrio y la exactitud eran obvias. No podría negarse esa posibilidad a la
Naturaleza. Por ello, las sequías como obra de la naturaleza -obra de Dios-
significaban un castigo, pero con esperanza. Esta articulación del secar con la
esperanza tiene también interpretaciones judeo-cristianas. Al respecto existen una
serie de relatos bíblicos interesantes;
Yavé será siempre tu pastor, y en la sequía (y en el desierto) hartará tu alma y
dará vigor a tus huesos. Serás como huerto regado, como fuente de aguas, que
no se agotan...(Is: 58.11: 1009).
Ageo el profeta, que junto con Zacarías, se encargó de reanimar a los judíos para
iniciar "la reconstrucción del templo en el año 537 a.C." (Nacar y Colunga, 1969: 1609)
en un momento de grandes penurias, ya que se:
retuvieron los cielos sobre vosotros el rocío y no dio sus frutos la tierra, y llamé la
sequía sobre la tierra, y sobre los montes, y sobre el trigo, y sobre el vino, y sobre
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