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Montse Quesada

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debería ser sustituido por un nuevo marco más orientado hacia las<br />

obligaciones (Fairfield y Shtein: 2014). En concreto, el clásico trabajo<br />

de Ross (1988), publicado en 1930, recoge cuatro principios<br />

fundamentales para cualquier investigación científica en la que tomen<br />

parte seres humanos: autonomía, beneficencia, no maleficencia y<br />

justicia.<br />

Estos cuatro principios fueron recogidos posteriormente por el<br />

Informe Belmont, elaborado en los años 70 por el gobierno de<br />

Estados Unidos, revisado en varias ocasiones, y que resume una serie<br />

de directrices para asegurar el tratamiento ético de las personas que<br />

sean objeto de cualquier investigación científica. Este documento<br />

unifica el segundo y el tercer principio de Ross en uno solo, el de<br />

beneficencia, dentro del cual añade una norma complementaria:<br />

intentar maximizar los posibles beneficios y minimizar los posibles<br />

daños.<br />

Estos principios, que se han aplicado y se han mostrado válidos para<br />

la ética de los medios de comunicación en general (Callahan: 2003,<br />

Steiner y Okrusch: 2006, Stoker: 1995), pueden servir también como<br />

una especie de esquema inicial para empezar a plantear una ética del<br />

Periodismo de datos.<br />

En concreto, estos principios resultan especialmente útiles cuando<br />

hay que lidiar con una de las cuestiones potencialmente más<br />

problemáticas del Periodismo de datos: la privacidad. En ese sentido,<br />

cualquier dato personal plantea de manera inevitable una discusión en<br />

relación con la privacidad, y la naturaleza del riesgo que entraña<br />

manejar datos de ese tipo es difícil de cuantificar.<br />

Precisamente prevenir estos riesgos es el propósito principal de<br />

prácticas como el consentimiento informado (Reverby: 2009), pero,<br />

como ya se ha mencionado, cuando se trabaja con grandes volúmenes<br />

de datos que son de acceso público, no se puede inferir de ello que<br />

los sujetos afectados han autorizado cualquier tipo de uso.<br />

Especialmente cuando esta información está disponible en Internet,<br />

cualquier investigador debería preguntarse en todo momento si el<br />

proceso de recogida, análisis y publicación ha respetado en todo<br />

momento las normas éticas (Boyd y Crawford: 2012, Ess: 2002).<br />

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