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Acta Ordinis 2010 N.1 - OFM

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110 AN. CXXIX – IANUARII-APRILIS <strong>2010</strong> – N. 12. Relación del Ministro generalJUSTICIA, PAZ E INTEGRIDAD DE LACREACIÓN YPROYECTO DE VIDA Y MISIÓNEN CLAVE FRANCISCANAEl mundo es la casa donde nosotros estamosllamados a vivir una profunda comuniónfraterna tanto con los hombres y mujeres denuestro tiempo, como con la misma creación.Es una casa, sin embargo, que hay que cuidarlay construirla con esmero, de tal forma que setransforme en hogar de la fraternidad universal,donde todos los hombres y mujeres tengancabida y donde entre el hombre y la creaciónse den relaciones fraternas, marcadas por unprofundo respeto.El Capítulo general del 2003, colocando“la predicación de la reconciliación, la paz yla justicia, y el respeto hacia la creación” entrelos elementos esenciales de nuestra formade vida junto al espíritu de oración y devoción,la comunión de vida en fraternidad, la penitenciay la minoridad, y el anuncio del evangelio,(cf. Constituciones Generales <strong>OFM</strong>, CCGG,1,2), ha dado un paso importante en la consideraciónde los valores de justicia, paz e integridadde la creación (=JPIC) como valoresque forman parte de lo que bien podríamos llamarnuestro ADN.En mi intervención en este IV CongresoEuropeo los Animadores de JPIC deseo subrayaralgunas convicciones personales y algunosprincipios que puedan orientarnos en la vivenciade los valores que están a la base de nuestrocompromiso a favor de la JPIC.La JPIC, valores de cepa evangélicaAnte todo deseo subrayar cuanto afirma eldocumento final del Capítulo general 2009,Portadores del don del Evangelio (=PdE).Leemos en el citado documento: “Los valoresde la justicia, paz y la integridad de la creación,que son valores de cepa evangélica, debenhacerse naturalmente presentes en nuestravida de oración y devoción, al igual que enla vida cotidiana en el ejercicio de nuestrosministerios” (PdE 30). En este texto aparecendos afirmaciones que me parece importantesubrayar: los valores de JPIC hunden sus raícesen el Evangelio, y, precisamente por ello,han de vivirse no como algo extraordinario,sino que han de ser “discernidos en nuestrapráctica cotidiana” en el contexto de la “lecturaorante de la Palabra”, de modo que seanvividos como algo natural en nuestra vida, comoparte integrante de nuestra espiritualidad,si queremos que ésta sea verdadero alimentode nuestra vida y misión (PdE 30).Lo dicho me lleva a afirmar un segundoprincipio/convicción: Estos valores han deformar parte de la formación permanente y dela formación inicial. Nuestra Ratio FormationisFrancescanae (=RFF) es una muestra importantede esta convicción y profundamentecoherente con este principio al hacer constantementereferencias a la necesidad de formaren dichos valores. Personalmente estoy plenamenteconvencido que los valores de JPICsólo pueden entrar en nuestra vida y misión através de la formación, con una atención particular:estos valores no se pueden reducir asimples declaraciones de principios, menosaún pueden ser propuestos desde la ideología omoda dominantes. No bastan cursos llenos debuenos contenidos. Han de ser vividos comoexigencias de nuestra vida y misión.Un tercer principio/convicción es que estosvalores de JPIC están estrechamente vinculadosentre sí y animados por una actitud de minoridad,como manifestación de nuestro vivirsin propio. No se puede vivir plenamente unosin vivir igualmente los otros, y no se puedeser artífices de justicia y paz, o salvaguardarla creación, sin sentirse y actuar como menores.Esta exigencia comporta abandonar todapretensión de dominio o de prepotencia sobrelos demás y sobre la creación, sin que ello signifiqueser pasivos ante todo lo que va en contrade dichos valores. Nuestras Constitucionesgenerales son claras al respecto al pedirnos ser“artífices de justicia, heraldos y operadoresde paz, venciendo el mal y obrando el bien”(CCGG 68,2).La experiencia y el Magisterio de estos últimosaños nos hacen ver que en la mayoríade los casos, la causa de la injusticia y de laviolencia está en la pobreza, y que a su vez lapobreza en otros muchos casos está causadapor la injusticia. Es como un círculo vicioso:la pobreza engendra violencia, y la falta de justiciacausa la pobreza y la violencia. Por ello,para combatir éstas, es necesario combatir lainjusticia, y viceversa. Como dice el salmista“justicia y paz se besan” (Sal 85,10).Promoviendo la paz, los hermanos de todoslos tiempos se han opuesto al mal de la guerray a las distintas formas de explotación del

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