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Acta Ordinis 2010 N.1 - OFM

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112 AN. CXXIX – IANUARII-APRILIS <strong>2010</strong> – N. 1de obispos de Medellín (1968) y de Puebla (1979)proclamaron esta opción como prioritaria para laIglesia. En nuestro caso es algo que se viene repitiendodesde el Vaticano II, que encuentra sulugar en las Constituciones Generales renovadas,y que se proclamó abiertamente en el ConsejoPlenario de Bahía en 1985.En perfecta continuidad con toda la reflexiónprecedente se sitúan algunas afirmacionesdel documento Portadores del don delEvangelio, tales como: “No podemos vivir deespaldas al devenir del mundo”, “no se puedeelaborar un proyecto fraterno de vida y misiónevangelizadora sin conciencia social” (PdE29), “la espiritualidad que alimenta nuestravida y misión evangelizadora nunca es ajenaa la vida de nuestros pueblos y lo que la afecta”(PdE 30). En este contexto también hemosde situar cuanto pide el Capítulo general 2009en uno de sus mandatos en el que se nos pide“dedicar especial atención a los excluidos denuestra sociedad […], comprometiéndose particularmenteen la defensa y promoción de losderechos humanos” (Mandato capitular 43d).No podemos cerrar los ojos a la realidadde la pobreza que afecta a tantos millones deseres humanos. Ello comporta: conocer la verdadde la pobreza entendida en todas sus dimensiones:la pobreza, la extrema pobreza, laopresión, las víctimas, la exclusión, con sus secuelasde violencia y desagregación; conocerel misterio de la pobreza. Cuando nos sumergimosen el mundo de la pobreza (suburbanao rural), no todo es explicable y descriptible.Nos encontramos con la cultura de la pobreza,los valores vividos por los pobres -capacidadde resistencia, de solidaridad, de esperanzay de celebración (ese misterio tremendo quesignifica siempre la esperanza y la alegría delos pobres)-, está también la experiencia delEvangelio y la vivencia de Dios entre los pobres,y tantos otros misterios que se encierranen el mundo de los pobres, y que nunca llegaremosa entender plenamente.Después de conocer la realidad de la pobreza,en toda su extensión y misterio, es necesarioemprender una profunda reflexión teológicasobre la pobreza como pecado, y, sobretodo, la estructura social de la pobreza comopecado social, del cual todos y personalmentede alguna manera somos responsables.Hablando de pecado quiero hacer una anotaciónque me parece importante. Cuando, eneste contexto hablo de pecado pienso, ante todo,al rechazo radical del amor a Dios: de sureino y de su gracia, dentro de nuestra historia,y no tanto a las trasgresiones de la ley. La respuestacristiana, de hecho, a veces nos puedellevar a transgredir la ley, aunque sea constitucional(cf. el respeto de la vida en todas susdimensiones). El pecado del que hablamos esfundamentalmente pecado social (lo que noexcluye la responsabilidad individual), pueses el rechazo colectivo y estructural del amorde Dios y del reino de Dios. La pobreza, sobretodo cuando es extrema y lleva a una exclusióntotal del sistema, se convierte en la expresiónvisible del rechazo de Dios.Podemos decir, entonces, que la opción porlos pobres no es una opción contra nadie, sinocontra la pobreza que contradice el proyectode Dios. Y podemos decir, igualmente, queoptar por los pobres es optar por el Dios amor,por el Dios familia, y por el reino de Dios quees justicia y paz. Por todo ello, para nosotros laopción por los pobres es sinónimo de conversiónal Dios amor y a los valores del reino. Porotra parte, si bien es verdad que se trata de unaopción no exclusiva y, menos aún, excluyente,ya que todos son destinatarios de la evangelización,sin embargo, ésta debe hacerse desdelos pobres, “nuestros maestros” (CCGG 93,1),en los cuales la imagen de Dios es vituperada(cf. Documento de Puebla 1142). Es ese cambiode perspectiva otra dimensión importantede la conversión pastoral a la que estamos llamados.Otro aspecto importante en lo relacionadocon la opción por los pobres es que para nosotrosfranciscanos la opción por los pobresno es tanto una opción social (aunque tengarepercusiones sociales), sino una opción cristológica,como lo afirma el documento finaldel Capítulo general 2009, Portadores del dondel Evangelio: “En virtud de su encarnación,el Verbo se pone del lado de la periferia, de lavulnerabilidad, de la pobreza” (PdE 23). Poniéndonosdel lado de los pobres, y sobretodoal lado de los pobres, estamos llamados a reconoceren ellos a Cristo pobre y crucificado,al cual quiso seguir siempre el Seráfico PadreSan Francisco, pues son “sacramento del Hijode Dios que fue pobre y huésped” (PdE 23)¿No es esta, acaso, una actualización del abrazode Francisco a Cristo pobre y crucificado enel abrazo al leproso?En esta opción –que no es un optional paracuantos hemos prometido seguir más de cercaa Jesucristo (cf. CCGG 5,2)-, hemos de distinguirinserción en medios pobres, de opción

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