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Acta Ordinis 2010 N.1 - OFM

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68 AN. CXXIX – IANUARII-APRILIS <strong>2010</strong> – N. 1“renovar la alianza” entre el ser humano y elmedio ambiente, en su mensaje de la JornadaMundial de la Paz, cuyo título es bien significativoal respecto: “Si quieres promover lapaz, protege la creación”. Como franciscanoshemos de recordar siempre la relación entre elhombre y la tierra, y la necesidad de asegurarla sostenibilidad ambiental.Del lado de los pobresTodavía están muy vivos, y esperamos queno caigan en el olvido, las imágenes desoladorasque hemos visto en ocasión del terremotoque ha desolado recientemente a los habitantesde Haití: muerte, destrucción, miseria portodas partes. Atrás quedan otras imágenestambién desoladoras en Asia con motivo deltsunami que dejó sumidos en la miseria a tantagente de aquel continente. Si los miles demuertos a causa de los fenómenos naturalestocan muy de cerca nuestra sensibilidad, nomenos nos ha de impresionar la miseria en queviven tantos hermanos nuestros.A raíz de lo que hemos visto y oído nos preguntamos:¿Por qué el mundo puede permitiralgo así? ¿Por qué mientras unos despilfarran–tal vez nos tengamos que contar nosotrosmismos entre ellos-, a otros les falta lo másnecesario para subsistir? ¿Cómo es posibleque nuestra sociedad consumista permanezcaimpasible ante situaciones semejantes? Nosparece algo increíble, pero lo que hemos vistonos muestra que, por increíble que parezca, lamiseria y el hambre son realidades escandalosamentepresentes en nuestro mundo: hombresy mujeres, niños y mayores que carecen de algotan fundamental como es un bocado de pano un vaso de agua potable para subsistir, o deunas medicinas básicas para no morirse de unasimple fiebre. Situaciones infrahumanas comolas que hemos visto en Haití, y que a diariopodemos ver en otros continentes, son unaagresión a la dignidad de la persona. Y lo peores que todo esto tiene causas que son de todosconocidas: acaparamiento sin escrúpulos de lariqueza en manos de unos pocos, corrupciónde muchos, desinterés e irresponsabilidad decasi todos.Sólo algunos datos: 2.800 millones de personas(el 40% de la población mundial) viveen regiones con diferentes niveles de escasezde agua. 1.800 millones de personas tienen escasezgrave. 1.000 millones de personas pasanhambre. El 32% de la población en los paísesdel Sur vive con menos de un dólar diario, y anivel mundial las personas que subsisten conesa cifra aumentó, de 1.200 millones en 1987a 1.500 millones en la actualidad. Si la tendenciacontinúa, esta cifra alcanzará los 1.900 millonespara el año 2015. Cada día mueren enel mundo 28.000 niños como consecuencia dela pobreza. El 20% más rico de la poblaciónmundial controla el 85% de la riqueza mundial,mientras que el 20% más pobre sólo el1, 5%.¿Podemos nosotros Hermanos Menores omiembros de la Familia franciscana quedarnosimpasibles ante estos datos? Quienes hemoselegido voluntariamente la pobreza y lasolidaridad con los últimos y menores de latierra, ya no podemos quedarnos en el simplelamento o en simples acusaciones, y, menosaún, cruzarnos de brazos. A nosotros se nospide mucho más. Se nos pide estar al lado delos que sufren la pobreza y el hambre, de losque lloran a sus muertos, reconociendo, amandoy sirviendo el rostro de Cristo allí donde sehace presente: en las nuevas pobrezas materiales,morales y espirituales que la sociedadcontemporánea produce. El grito de Jesús en lacruz que escuchamos con renovada intensidadel día de Viernes Santo revela cómo ha asumidosobre sí el mal para redimirlo. Nuestravocación sigue siendo la de Jesús y, como Él,estamos llamados a asumir el dolor y el pecadodel mundo consumiéndonos en el amor (cf.Caminar desde Cristo 27). Haciendo propia lamisión de Jesús (cf. Lc 4, 16-19) no podemosdejar de asumir el anuncio del Evangelio a todoslos hombres y mujeres, para su salvaciónintegral, prestando particular atención a los“pobres” en las múltiples dimensiones de lapobreza. Como nos recuerda Juan Pablo II enVita Consecrata, “la opción por los pobres esinherente a la dinámica misma del amor vividosegún Cristo” (VC 82). Los franciscanos hemosde sentirnos particularmente implicadosen ello de una manera singular.En este contexto deseo expresar mi apreciopor los esfuerzos que muchos hermanos,en todos los continentes, llevan a cabo con elfin de auxiliar el dolor y la pobreza de los másdébiles y marginados de la sociedad, con vistaa la promoción de una convivencia más justay solidaria. Gracias hermanos por manifestarvuestra solidaridad con los más necesitados,desde vuestra condición de menores. Graciaspor ser menores entre los menores.El Compendio de Doctrina social de la

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