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Acta Ordinis 2010 N.1 - OFM

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EX OFFICIO PRO JUSTITIA, PACE ATQUE INTEGRITATE CREATI 113por los pobres. No todos se sentirán llamados avivir en zonas marginales, a habitar las fronteraso los claustros inhumanos (cf PdE, 22ss; ElSeñor os dé la paz, 37), pero todos han de sentirsellamados a estar del lado de los pobres, loque supone, entre otros aspectos, el esforzarnosen ver la realidad desde los pobres, paraoptar en su favor (cf. CCGG 97, 1).Ello no quiere decir que no se ha de teneren cuenta el lugar desde el que evangelizamos.A la lectura de los signos de los tiempos hemosde acompañar la lectura de los signos delos lugares. Aunque el mensaje pueda ser elmismo, el testimonio y la credibilidad serán,seguramente, diversos.Consciente de ello, ya al Capítulo generalde Madrid del 1973, en su documentofinal, La vocación de la Orden hoy (=VOh),nos invitó a “ver cómo podemos mantener loesencial de nuestra opción de pobreza”, enuna situación socio-económica diferente ala de la época de san Francisco. Los modosconcretos a través de los cuales se manifiestanuestra condición de pobres cambia y se actualiza,según los tiempos, los lugares y las regiones,lo esencial permanece. De ahí que, comoafirma dicho Capítulo hemos de estar atentoshoy, como lo estuvieron los hermanos de ayer,a la tentación del acomodarnos: “En el pasadola Orden […], ha reaccionado, con máso menos vigor, contra la natural tendencia aacomodarse. Hoy somos solicitados a expresarla misma exigencia”. “Teniendo en cuantalas situaciones locales, es necesario continuarla búsqueda para vivir como los pequeños dehoy” (VOh 22).Este mismo principio, y para ser contestatariosen “relación con la sociedad de produccióny de consumo” (VOh 23), es lo quemovió a los últimos Capítulos generales a insistiren la necesidad de “habitar las fisuras deun mundo fragmentado” (PdE 22), potenciarpresencias evangélicas en medio de los quea causa de la miseria y violencia deben dejarsus países de origen (cf. PdE 23), a reafirmarnuestra vocación a ser “menores entre los menores”(……..), y a dejarnos interpelar por lossignos de los tiempos y de los lugares (cf. PdE299). Esto es lo que llevó también a inserir enla RFF un artículo que habla de la inserción oencarnación “en las situaciones concretas delpueblo en que vivimos”, para descubrir en ellas“los distintos rostros de Cristo” (cf. RFF 33).¿Por qué esta insistencia? No cabe la menorduda que la inserción hace más fácil el quepodamos participar más de cerca en “los gozosy las esperanzas, las tristezas y las angustias”de nuestros hermanos los hombres (cf. GS 1),de que propicia una real “comunión fraternacon todos los menores de la tierra” (CCGG97,2), y de que sería “un signo de restituciónparticularmente elocuente en este mundo dondesólo el flujo del dinero, bienes y servicio encuentranlibre tránsito, no así las personas, ymucho menos los pobres” (PdE 23). La inserciónnos acerca a la realidad y este acercamiento,siempre que sea iluminado por la fe, comoya nos pedía el Capítulo general del 2006, nosposibilitará el dar respuestas evangélicas a lossignos de los tiempos y de los lugares, a travésde los cuales el Espíritu nos sigue hablando ypidiendo una respuesta (cf. PdE 14).Cuando la Orden nos invita a una real yseria inserción no lo hace para propiciar unahuída hacia delante o para probar una aventuramás. La inserción, hecha desde una clara visiónde fe, es una un modo de dar continuidada la opción que el Verbo hizo asumiendo laencarnación y a la opción que hizo Franciscohaciéndose menor. Desde esa perspectiva, lainserción supone una renovación profunda dela vida consagrada con una renovada vida deoración y de fraternidad.Constructores de un mundo más justoLa opción por los pobres está íntimamenteunida al compromiso por la justicia. La solidaridadcon los últimos, por motivos siempreevangélicos, lleva a desvelar la trama de la injusticiaen que viven nuestras sociedades, y lascausas sociales de los desequilibrios socialesque afectan a tantos hermanos nuestros. Desdeuna reflexión atenta, la pobreza y la injusticiaaparecen como la consecuencia de decisionesque, en el campo del tener, miran exclusivamenteal provecho económico, marginando, deeste modo, a los más pobres; en el campo delpoder, marginan a las mayorías, que no participanen las decisiones; y en el campo del saber,les vienen cerradas las puertas a los más.El grito de los pobres y de los excluidos debeencontrar un eco particular en la vida consagraday muy especialmente en la vida franciscana,llevándolas a separarse totalmente de cualquierforma de injusticia, “despertando las concienciasfrente al drama de la miseria y las exigenciasde justicia social del Evangelio y de laIglesia misma” (cf Evangelica testificatio 18),y asumiendo la llamada “a construir puentes de

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