I.Relatos.Aupazaragoza

Era un buen comienzo. En esa época ambas aficiones estaban
hermanadas y la estupidez de algunos estaba por llegar.
Tracé mi plan que se complementaba perfectamente con el orgullo que
tenía por pertenecer a unos colores. Cada mañana al bajar a la playa me
enfundaba la camiseta del Real Zaragoza. Esa que me había regalado y
dedicado, meses antes, Jorge Valdano, aprovechando que vivía debajo del
piso de mi mejor amigo. En 1981 el argentino era mucho menos mediático y
decía sentirse mucho más zaragocista que ahora.
Esperaba que la camiseta me sirviera de excusa para hablar contigo
pero mi timidez me superaba. Cuando una vez coincidimos, permanecí callado
mientras un chico de once años bromeaba contigo. Ese día escuché tu risa
adolescente y se me grabó en mi mente de tal forma que todavía la recuerdo.
Mi abuela tenía unas cuantas virtudes pero entre ellas no estaba el
afecto. En ese asunto era un témpano de hielo, por eso me sorprendió que se
diera cuenta del interés que tenía por ti aunque me imagino que se hizo
evidente. Sin embargo lo que más me asombró fue que me hablara de
presentimientos personales y de trenes que no tenía que dejar pasar.
Le recordé las edades que teníamos y sonreí pensando que desvariaba
un poco, pero me encantó su opinión.
A la vuelta, ese invierno en Madrid, conocí a I., una chica muy muy
parecida a ti. Siempre he tenido claro que tu recuerdo fue determinante.
Me enamoré de ella como la mayoría de los chicos de su entorno. Como
además estaba en un curso superior al mío y por tanto era mayor que yo, tenía
claro que estaba totalmente fuera de mi alcance. Mucho más tarde me
confirmaría que en ese tiempo, para ella, yo formaba parte del “fondo del
escenario”.
Tuvieron que pasar dos años para que primero se fijara en mí, con la
inestimable ayuda de Johnny Hallyday, y algo más para enamorarse.
Mientras tanto, los sucesivos veranos, tú y yo, coincidíamos en la playa,
tus ojos oscuros me seguían fascinando pero mi timidez todavía me
sobrepasaba.
- 98 -