14.04.2014 Views

I.Relatos.Aupazaragoza

I.Relatos.Aupazaragoza

I.Relatos.Aupazaragoza

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

otra cosa es que lo estuviera haciendo, -que no era el caso-. La narración en<br />

radio le ponía muy nerviosa y un debate interno sobre si andar mirando el<br />

resultado cada quince minutos o sucumbir ante lo que consideraba una mala,<br />

pero constante, narración del encuentro, la había tenido ocupada toda la<br />

primera parte.<br />

Lo cierto es que para esos últimos quince minutos ya había cambiado de<br />

sistema. Lo largos que se le hacían esos tramos sin noticias ya eran razón<br />

suficiente, pero fue determinante una ridícula superstición: pensó que si no<br />

escuchando el partido no habían marcado, igual cambiando de sistema había<br />

más suerte. Cosas de futboleros, no le busquemos el sentido.<br />

Cuando el narrador locutó la llegada del minuto noventa no lo creyó; tuvo<br />

la sensación de que esos últimos minutos habían transcurrido muy rápido, lo<br />

que no deja de ser otra ridícula sensación de futbolera, pues quince minutos no<br />

transcurren ni lentos ni rápidos, transcurren en quince minutos, sin más. Pero el<br />

gol no había llegado, la desesperanza le pudo y ni siquiera esperó al pitido final<br />

para desconectar la narración. Se puso a ojear la clasificación en el periódico<br />

del día con objeto de calcular la nueva situación cuando un repentino griterío le<br />

alegro la tarde. Con dicho griterío entendió que, en realidad, nunca hubiera<br />

necesitado de la radio para recibir las buenas noticias que esperaba. Los<br />

clientes del bar de la esquina le hubieran informado inequívocamente, como<br />

fue el caso, con su explosión de entusiasmo.<br />

Dicho local, regentado por una pareja muy querida en el barrio,<br />

congregaba cada fin de semana a muchos de los zaragocistas de la zona o al<br />

menos, en un domingo como aquel, a los que por sus diversos motivos<br />

tampoco habían podido acudir al estadio. Uno había prometido no volver a La<br />

Romareda hasta que el club no cambiara de presidente; otro no se lo podía<br />

permitir por problemas económicos; encontramos también una mujer que se<br />

había quedado en casa por un dolor de cabeza, no lo suficiente fuerte como<br />

para impedirle, al menos, bajar a ver el partido; y como ellos varios casos más.<br />

En aquel momento a todos ellos les unía la misma sensación entre alegría y<br />

alivio tras aquel dramático final. Ni siquiera se conocían pero compartieron<br />

miradas cómplices, choques de manos y algún abrazo mientras las dos<br />

televisiones del establecimiento emitían las imágenes de la repetición del gol<br />

- 67 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!