14.04.2014 Views

I.Relatos.Aupazaragoza

I.Relatos.Aupazaragoza

I.Relatos.Aupazaragoza

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Justo detrás de mí, se sentaba un señor mayor, quizá de unos 70 años,<br />

de complexión fuerte, y con un bigote fino, de la época, pelo cano, y con un<br />

gran abrigo forrado de borreguillo marrón, llevaba un puro en la boca, y nos<br />

echaba el humo encima, lo que parecía no molestar a nadie, excepto a mí,<br />

claro, pero yo no podía decir nada.<br />

“Booooqueeeeeeee” que eres un boque, fue la frase que en más<br />

ocasiones decía don Pío, nuestro vecino de localidad, sentado cómodamente<br />

en su almohadilla, mientras apuraba su enorme puro.<br />

El sentimiento del león, transmitido por mi padre, ya había arraigado en<br />

mí, como era previsible, y en cuanto tuve la edad mínima para jugar, mi padre,<br />

siempre él, me llevo al equipo del barrio.<br />

Me acompaño cada día, cada entreno, cada nevada, cada día lluvioso.<br />

Mi primer partido dejo algo claro, aquello de meter el balón en la portería<br />

era algo innato en mí, y no me era difícil hacer lo que otros les costaba<br />

horrores, lo que me hacía sentir increíblemente orgulloso, y cuando miraba a<br />

papá, me sentía el niño más feliz del mundo.<br />

El orgullo de aquel hombre, al verme jugar, era algo fuera de lo humano,<br />

notaba en sus ojos, en su voz, y hasta en sus andares, sentía suyo cada gesto<br />

que yo hacia dentro del campo.<br />

Y cada quince días, compartíamos la fila cinco del fondo de la feria de<br />

muestras, viendo fantásticos jugadores con el escudo del león, hablando de<br />

jugadas imposibles, gritando los goles, y escuchando decir a Don Pío que los<br />

árbitros nos robaban unas diez veces por partido, todo aquello sin quitarse el<br />

puro de la boca, a esas alturas Don Pío, era uno más en nuestra familia<br />

futbolística.<br />

Un día, a escondidas, me hice un tatuaje, con un escudo, de fondo rojo,<br />

y un león rampante, y entonces solo los presos y los locos llevaban tatuajes… y<br />

yo tenía 17 años.<br />

Cuando mi padre vio aquello, me castigo, pero en el fondo, lo que sentía<br />

era otra cosa muy distinta.<br />

El tiempo pasa.<br />

- 85 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!