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LA CAMISETA DE LOS BEACH BOYS
J. Diego Ortega Sierra
No sé si conoces la versión de “Aquellas Pequeñas Cosas” de El Canto
del Loco o la original de Serrat.
En ella se habla de las sensaciones que te dejan aquellos recuerdos que
parecían olvidados por el paso del tiempo y que, de repente, surgen al mirar
una foto, oler un aroma, volver a algún lugar…
En mi caso, algunas de estas sensaciones aparecen al ver cierta
camiseta que aún conservo o al escuchar la música de los Beach Boys.
Cuando esto ocurre, y es frecuente en ambos casos, relaciono la prenda o la
canción con la imagen de tu persona.
Es curioso como el cerebro asocia una imagen a unas melodías porque
estas fueron descubiertas por alguien, en un momento y lugar determinados. Y
luego aunque las escuches cientos y cientos de veces, a lo largo de muchos
años, siempre te evocan los mismos recuerdos.
Aquel iba a ser mi primer verano cálido después de pasar los anteriores
en la fría y húmeda Irlanda.
Como mis amigos al terminar el curso escolar habían volado a sus
lugares de origen, decidí irme a la playa a un piso que tenía mi abuela cerca de
Alicante.
Me fui con ella y con los libros de latín que ese año había suspendido. El
plan no es que fuera ideal pero la alternativa de quedarse en un caluroso
Madrid, en julio y sin colegas, era bastante peor.
Acompañando al latín iba una discografía bastante completa del grupo
californiano y una camiseta muy especial del Real Zaragoza.
Con dieciséis años pronto descubrí que lo más interesante que había por
allí era una morena preciosa que tenía solo trece.
Supe tu nombre y que eras de Navarra.
“Aunque no le guste el fútbol simpatizará con Osasuna” pensé.
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