I.Relatos.Aupazaragoza

Esos problemas fueron un calvario para el jugador, que sufrió varias
depresiones de las que fue tratado psiquiátricamente durante su etapa en el
Real Zaragoza. Pero Sergi siempre tuvo un carácter diferente, un espíritu que
le hacía ser querido por todos. Visto que no podía ayudar a su equipo sobre el
césped, el central decidió jugar otro papel: el de convertirse en el primer hincha
del equipo aragonés. Cada dos semanas era habitual verlo en la curva norte
que por entonces ocupaba el Ligallo con megáfono en mano, su bomber llena
de parches con símbolos de la peña de animación y entonando uno a uno los
cánticos habituales del equipo aragonés.
Su presencia era tan importante para el Real Zaragoza que pese a que
finalizaba contrato en junio de 1994, su entrenador, Víctor Fernández, dio su
aprobación para que se le renovara por una temporada más. Era de esos
futbolistas que unían y hacían piña en un vestuario. El remate llegó cuando
aquel inolvidable 10 de mayo de 1995 y siendo uno de los dos descartados por
el entrenador para la final ante el Arsenal, Sergi no dudó en coger su
característico megáfono y situarse con los seguidores que habían viajado hasta
París. Desde allí vivió el triunfo y celebró como pocos los goles de sus
compañeros Esnaider y Nayim. Después, fue el gran animador en el balcón del
Ayuntamiento en la celebración de la Plaza del Pilar, igual que lo había sido el
año anterior en la de la Copa del Rey lograda en Madrid ante el Celta. Los
botes de Alfonso Soláns Serrano y aquella improvisada canción que decía ‘que
bonica, que bonica que es la Copa, Pilarica’ seguirán en el recuerdo para
siempre.
Sergi no tuvo una vida fácil después. Tras dejar el fútbol, se marchó a
Argentina, donde recorrió numerosos estadios para seguir viviéndolo como un
aficionado más. Allí conoció a su mujer, con la que tuvo un hijo, pero la relación
finalmente no funcionó. Sus graves problemas personales volvieron a afectarle
(dicen que estuvo incluso ingresado debido a sus depresiones) y su hermano
Juli fue a buscarlo para llevárselo a casa. El 4 de noviembre de 2006, y con
sólo 39 años, un tren le atropelló en Granollers. Todo apuntaba a un suicidio.
Su hermano Gerard, ex jugador de Barça, Valencia o Milán, entre otros, se
enteró de la noticia cuando jugaba un partido con el Mónaco.
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