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EL PARTIDO<br />
Sandra Monteverde Ghuisolfi<br />
El domingo a la mañana sería su primer partido “oficial”. Javi estaba<br />
entusiasmadísimo y asustado a la vez, pues se estrenaría como portero del<br />
equipo. Había entrenado duro y se sentía preparado para todo. Su padre decía<br />
a quien quisiera escucharle y a quien no, que en la familia anidaba el nuevo<br />
Casillas, sin percatarse que cada vez que lo repetía machaconamente, Javi<br />
miraba para otro lado como si el tema no fuera con él.<br />
Estaba seguro de que nunca se atrevería a decirle a su papá que él no<br />
quería ser como otro, sino como él mismo. Que no quería parecerse a Casillas<br />
ni a Arconada o a Zubizarreta. Su padre y el entrenador le dieron un montón de<br />
videos para que aprendiera de los españoles más grandes que jugaron debajo<br />
de los tres palos y el los miró cientos de veces, pues era muy consciente que<br />
tenía mucho que aprender de los que ya habían llegado a la cima, pero una<br />
cosa era aprender y otra muy diferente imitar. Él le imprimiría su propio estilo al<br />
arte de parar una pelota, o por lo menos lo intentaría. Pero no encontraba ni las<br />
palabras ni la valentía para enfrentar a su progenitor y hacerle ver su punto de<br />
vista y de paso recordarle que además de futbolista, su más firme intención y<br />
su prioridad, era ser veterinario.<br />
El sábado cenó temprano y se acostó arropado por los mimos de su<br />
madre y las palabras de su padre: – Mañana es el gran día. Mañana empieza<br />
tu camino hacia la fama. Al apoyar la cabeza en la almohada sintió el peso de<br />
la responsabilidad sobre sus espaldas y le dio mucho miedo fracasar. Si no<br />
colmaba las expectativas paternas, quizá ya no lo quisiera más y a los doce<br />
años es era un terror cercano, que le resultaba bastante más importante que la<br />
idea lejana de ser una estrella.<br />
Se levantó temprano, desayunó por obligación, por que los nervios le<br />
quitaban el apetito y salió a la calle acompañado por toda la familia. Padres,<br />
abuelos, tíos, primos y hasta varios vecinos, se fueron uniendo a la comitiva<br />
que lo precedía, de tal modo que cuando llegó a las puertas del estadio, más<br />
parecía una romería, que unos vecinos que iban a ver un partido. A Javi le<br />
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