14.04.2014 Views

I.Relatos.Aupazaragoza

I.Relatos.Aupazaragoza

I.Relatos.Aupazaragoza

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Mónica, compañera de oficina, parecía la mujer perfecta. Conservaba<br />

ella, bien plenos en su cuarta década, unos senos a todas luces duros y como<br />

hechos a mano. Por sobre la blusa azul que más le gustaba a él, apenas<br />

disimulados tras la chalina, intuyó en ella la fuerza, la pasión sexual que él<br />

necesitaba para despertar de su larga modorra. Además, con Mónica sí que<br />

sería duro desde el principio y ella tendría que acatar su ley y permitirle gozar<br />

de su fiebre futbolística.<br />

Así que tres días después, Mónica se subió sin mucha resistencia al<br />

Mercedes de Emilio, se dejó conducir a su casa, le planchó una camiseta del<br />

Real Zaragoza y luego otra, y otra y otra, mientras él le hablaba de goles y<br />

penaltis y le contaba el trauma de su viudez, guardándose de ocultarle sus<br />

temores. Esa noche la cena tuvo velas, música clásica y un delicado y suave<br />

vino francés. La sobremesa sería aún mejor. ¡Ahora sí que Emilio iba a poder<br />

demostrar quién era Emilio! A aquella mujer sí que la podría dominar, con ella<br />

sí que iba a poder marcar todos los goles que la vida le había negado, juntos<br />

irían a todos los partidos que él decidiera, conversarían de fútbol, dormirían<br />

sobre una cama–balón que ya inventaría él, se ducharían con frases de fútbol y<br />

dormirían abrazados a un balón. Ahora sí que él, Emilio, iba a ser el campeón<br />

de todos los partidos sexuales disputados, el que más minutos aguantara en un<br />

terreno, el que más goles marcaría en un solo partido, y al final, se alzaría con<br />

más copas y trofeos que todos los Villa, los Aguado, los Pichichi, los Seminario<br />

o los Poyet del Real Zaragoza, juntos.<br />

Ahora, allí, toda para él, dueño y señor de su cuerpo y de su vida para<br />

siempre, sobre las sábanas blancas y negras a cuadros, estaba Mónica, con<br />

sus labios abiertos (y qué abultados, como los de las modelos) fingiendo un<br />

dolor más agudo en la medida que el miembro cincuentón pero todavía potente<br />

de Emilio se ponía más erecto y más duro, (¡oh, gracias, madre mía, funciona!).<br />

Mónica, con aquellos senos tan perfectos hechos a mano. Mónica, con<br />

aquellas caderas redondeadas y casi perfectas, si no fuera porque en una le<br />

habían inyectado más silicona que en la otra. Mónica, sin el más mínimo bello<br />

asomando impudoroso por algún milímetro de piel, gracias a los costosos<br />

tratamientos a los que se sometía rigurosamente, mes tras mes. Mónica, con<br />

aquel olor a varón en celo.<br />

- 119 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!