I.Relatos.Aupazaragoza

JUSTICIA POÉTICA
Andrés De La Fuente Bachiller
El bar estaba a reventar ya que el Real Zaragoza se jugaba todo en el
último partido. La lluvia retrasaba el partido y María, la hermana mayor del clan
chino, se afanaba en hacinar más mesas en el escaso hueco que quedaba
cerca del televisor.
Manolo, el hermano pequeño, gritaba: "¿como va el partido del Recre?".
Le miré, sorprendido por su conocimiento de la Liga, mientras él hacía como
que trabajaba para que no le llegase una reprimenda de María.
María y Manolo eran nombres ficticios que se habían autoimpuesto,
porque los reales eran demasiados complicados para que los recordara la
clientela.
María pensaba en la gran caja que iban a hacer, mientras levantaba a
grito pelado a unos chicos que no habían reservado mesa. Manolo, sin
embargo, se contagiaba del sufrimiento colectivo al acercarse el equipo, su
equipo, al precipicio bochornoso de la segunda división
En ese momento, con el bar abarrotado de gente y un calor de mil
demonios, entró Luis. Luis era Inspector de Trabajo y tenía una denuncia en la
que figuraba que había inmigrantes trabajando de forma ilegal en aquel
negocio. Debía ir a esa hora y no podía ver el partido, con todo el dolor de su
corazón y el consiguiente cabreo.
Tras echar un primer vistazo para localizar a los trabajadores sin
levantar sospechas, encontró un hueco en la barra, y pronunció la siempre
tensa primera frase: "Hola, buenas tardes, venía de la Inspección de trabajo...".
María comenzó a hablar en mandarín (suponía Luis), y, de vez en cuando,
gritaba "¡¡no entiendo, no entiendo!!". Todo ello entre una marabunta de
aficionados apiñados gritando frente al televisor y pidiendo consumiciones para
aliviar el sufrimiento.
En esos momentos, Luis observaba como los chinos que estaban
atendiendo la barra se estaban escabullendo hacia la salida.
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