I.Relatos.Aupazaragoza

de Álvaro Maior en la última acción del choque; de la montonera de jugadores
celebrando; de un Víctor Muñoz enfervorecido como pocas veces; y de las
gradas saltando con las bufandas al viento.
Hablando de gradas, y de bufandas, los tornos reflejaron la presencia de
más de 33000 espectadores aquella tarde. De aquellas bufandas y de aquel
dato se hicieron eco todos los medios al día siguiente. De lo que nunca queda
constancia es de aquel taxi, de aquellos familiares de un paciente, del mismo
paciente, de aquellos profesionales de guardia o de aquellos aficionados de
barra de bar. De lo que nunca queda constancia es de hasta qué punto, cuando
el partido está en juego, la ciudad está pendiente. Los unos (en la grada) y los
otros (llamemos pendientes) le dan su razón de ser a ese sentimiento llamado
Real Zaragoza.
Esa razón de ser puede no venir reflejada en un título de propiedad o en
un paquete accionarial pero sí en el corazón de cada uno de los que lo sienten
suyo. Puede incluso que la razón nos hable de documentos y escrituras pero
esta es una historia de sentimientos y el corazón tiene razones que la razón no
entiende. A lo largo de 82 años muchos corazones han escrito esta historia -
con sus preocupaciones y desvelos-, dejando una huella mucho más profunda
que la que jamás reflejarán trazos de tinta en un blanco papel.
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