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I.Relatos.Aupazaragoza

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Éste apenas se apercibe de su presencia hasta unos segundos después;<br />

recordemos que el hombre apenas sobrepasa el metro sesenta de alzada.<br />

Cuando tiene delante a la saeta rubia, el defensa proyecta su cabeza sobre el<br />

cielo y le dice:<br />

- ¿Podría hablar un momento con usted?<br />

Di Stefano asiente, y en ese instante, los compañeros que le rodean se<br />

alejan de allí y quedan el defensa y la saeta rubia frente a frente. Dicho así<br />

pudiera parecer que hablamos de dos pistoleros del lejano Oeste prestos a<br />

desenfundar; lo más probable es que la escena tuviese mucho de esto. Di<br />

Stefano le dice al defensa chaparrete que qué se le ofrece, y el otro, mirándole<br />

fijamente a los ojos, con el sol de la tarde inundando las seseras de ambos,<br />

comienza a recitar.<br />

- Mire usted, yo vivo aquí y mi gente también -señala el contorno del<br />

campo, como si toda Zaragoza quedara encarnada en él-. Aquí me gano el pan<br />

y quiero seguirlo haciendo muchos años.<br />

Di Stefano no entiende nada. El defensa prosigue su relato sin<br />

pestañear:<br />

- Esta tarde, meta usted todos los goles que quiera, haga las diabluras<br />

que se le tercien, pero por lo que más quiera, se lo ruego: no se cachondee de<br />

mí. Porque si se le ocurre cachondearse de mí, le juro que lo quito del fútbol.<br />

Esa tarde Di Stefano no dio pie con bola. Estuvo torpe con el balón,<br />

desasistido por sus compañeros y extrañamente ofuscado de cara a la portería<br />

contraria. Los miedos que solía infundir en sus rivales fueron convenientemente<br />

fagocitados por uno de esos rivales, al que sacaba dos cabezas, que no tuvo<br />

más remedio que desprenderse de sus miedos expulsándolos de dentro de sí<br />

mismo y transmitiéndoselos a su adversario.<br />

Es, un poco, la teoría de la fagocitación de los miedos.<br />

Es, también, una hermosa historia, o al menos eso cree uno. Algo que,<br />

creo también, comparte enteramente el Maestro Luis Francisco Esplá, que es<br />

quien la explica a menudo.<br />

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